Oveja Valiente y el lobo miedoso

Había una vez, en un hermoso prado lleno de flores de colores, una oveja llamada Valentina. Valentina no era una oveja cualquiera; ¡era la oveja más valiente de todo el rebaño! Mientras sus amigas se quedaban en el campo a pastar, ella soñaba con aventuras emocionantes.

Un día, mientras exploraba un rincón del prado que nunca había visto, escuchó un suave llanto. Curiosa, se acercó y encontró a un lobo sentado bajo un árbol, con la cabeza entre sus patas.

—¿Por qué lloras, lobo? —preguntó Valentina, con su voz suave y amable.

El lobo levantó la vista, sorprendido. No esperaba que una oveja se acercara a él.

—Soy Lucho, el lobo —dijo con un susurro—. Y estoy triste porque todos me tienen miedo. Nunca puedo hacer amigos.

Valentina se sorprendió. Nunca había conocido a un lobo que quisiera tener amigos.

—Pero, Lucho, ¿por qué te tienen miedo? —preguntó Valentina, inclinando la cabeza.

—Porque soy un lobo. Todos piensan que soy feroz y peligroso —respondió Lucho, con un suspiro.

Valentina pensó por un momento. No podía dejar que el miedo de los demás hiciera que un lobo se sintiera solo.

—¡Yo no tengo miedo de ti! —dijo Valentina con una sonrisa—. ¿Te gustaría jugar conmigo?

Lucho se quedó boquiabierto.

—¿Jugar? ¿Conmigo? —preguntó, incrédulo.

—¡Sí! —exclamó Valentina—. Podemos jugar a las escondidas. Te prometo que no te morderé.

Lucho se secó las lágrimas y sonrió tímidamente.

—Está bien, juguemos. Pero tú cuentas y yo me escondo.

Valentina cerró los ojos y comenzó a contar. “Uno, dos, tres…” Mientras contaba, Lucho se escondió detrás de un gran arbusto.

Cuando Valentina terminó de contar, comenzó a buscar. Miró detrás de los árboles, debajo de las flores y, por último, se acercó al arbusto donde estaba Lucho.

—¡Te encontré! —gritó Valentina, riendo.

Lucho salió de su escondite, riendo también. Nunca había jugado con alguien antes, y se sentía feliz.

—Eres muy buena buscando, Valentina —dijo Lucho, mientras se sacudía las hojas de su pelaje.

—¡Gracias! Pero tú también eres muy bueno escondiéndote. ¿Quieres jugar otra vez? —preguntó Valentina.

—Sí, pero esta vez yo cuento —respondió Lucho, entusiasmado.

Mientras Lucho contaba, Valentina se dio cuenta de que el sol comenzaba a ponerse.

—Lucho, creo que es hora de que regrese a casa —dijo Valentina, un poco triste.

—¿Por qué? —preguntó Lucho, con un tono de preocupación.

—Porque mis amigas estarán buscándome. Pero mañana podemos jugar de nuevo, ¿te parece? —sugirió Valentina.

—¡Me encantaría! —exclamó Lucho—. Pero, ¿qué pasará si mis amigos lobos vienen y te ven? Ellos sí son feroces.

Valentina pensó en eso. No quería que Lucho se sintiera solo otra vez.

—Tal vez podríamos hacer algo. Podrías venir a conocer a mis amigas —dijo Valentina.

—¿Y si me tienen miedo? —preguntó Lucho, un poco asustado.

—¡No lo harán! —afirmó Valentina, con confianza—. Les diré que eres mi amigo y que solo quieres jugar.

Lucho sonrió, pero aún se veía un poco nervioso.

—Está bien, lo intentaré. Pero necesito un poco de valor —dijo Lucho, mirándose en el reflejo de un charco cercano.

—¡Tú puedes, Lucho! —animó Valentina—. Eres más valiente de lo que crees.

Al día siguiente, Valentina llevó a Lucho al prado donde estaban sus amigas. Cuando llegaron, las otras ovejas se quedaron mirándolo con ojos grandes.

—¡Hola, amigas! —dijo Valentina—. Este es Lucho, mi nuevo amigo. No es un lobo feroz, es un lobo miedoso que solo quiere jugar.

Las ovejas se miraron entre sí, un poco dudosas. Pero Valentina dio un paso adelante.

—¡Vamos, no tengan miedo! —dijo Valentina—. Si yo puedo jugar con él, ustedes también pueden.

Lucho, sintiendo el apoyo de Valentina, se acercó lentamente.

—Hola, soy Lucho —dijo, con una voz temblorosa.

Las ovejas se acercaron un poco más, y una de ellas, llamada Lola, se atrevió a hablar.

—Hola, Lucho. ¿Te gustaría jugar a las carreras con nosotros?

Lucho se iluminó.

—¡Sí, me encantaría! —respondió, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.

Así, comenzaron a jugar juntos. Valentina, Lucho y las ovejas corrían por el prado, riendo y disfrutando del sol. El miedo se desvaneció y todos aprendieron que a veces, los amigos pueden venir de los lugares más inesperados.

Al final del día, mientras el sol se ponía y el cielo se llenaba de estrellas, Valentina y Lucho se sentaron juntos.

—Gracias, Valentina —dijo Lucho—. Nunca pensé que podría tener amigos.

—Y gracias a ti, Lucho. Me enseñaste que a veces, hay que enfrentar nuestros miedos para encontrar la verdadera amistad —respondió Valentina, sonriendo.

Y así, en un prado lleno de flores y risas, la oveja valiente y el lobo miedoso se convirtieron en los mejores amigos, demostrando que la valentía y la amistad pueden vencer cualquier miedo.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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