El tigre que pintó la selva

Había una vez, en lo profundo de una selva llena de árboles altos y ríos brillantes, un tigre llamado Tigre Tino. Tino no era un tigre cualquiera; él tenía un corazón lleno de colores y una gran pasión por el arte. Mientras otros tigres corrían y jugaban, Tino pasaba horas buscando hojas de diferentes formas y colores.

Un día, mientras exploraba, Tino encontró un lugar mágico. Era un claro donde el sol brillaba con fuerza y las flores danzaban al ritmo del viento. «¡Este es el lugar perfecto para pintar!», pensó Tino emocionado. Así que decidió llevar a cabo su gran idea.

—¡Voy a pintar la selva! —gritó Tino, saltando de alegría.

Los demás animales de la selva, como la tortuga Tula, el loro Lalo y el mono Momo, se acercaron curiosos.

—¿Pintar la selva? —preguntó Tula con su voz suave—. ¿Cómo vas a hacerlo, Tino?

—¡Con estos! —respondió Tino, mostrando un montón de hojas, flores y barro—. Voy a usar lo que la selva me da. ¡Voy a hacerla más hermosa!

Lalo, el loro, voló alrededor de Tino, emocionado.

—¡Eso suena increíble, Tino! Pero, ¿de verdad crees que la selva necesita más colores?

—¡Por supuesto! —dijo Tino con una gran sonrisa—. La selva es hermosa, pero creo que podemos hacerla aún más alegre.

Momo, que estaba colgado de una rama, se rió.

—¡Yo quiero ayudar! ¡Voy a buscar más colores!

Así que Momo se lanzó a la aventura, recogiendo flores de todos los colores que podía encontrar. Mientras tanto, Tino comenzó a pintar en el claro. Con cada pincelada, la selva empezaba a cobrar vida.

—¡Mira esto! —gritó Tino mientras pintaba un gran arcoíris en el cielo—. ¡Es un arcoíris de felicidad!

Los animales se unieron a Tino, cada uno aportando su propio toque especial. Tula trajo hojas verdes brillantes, Lalo voló alto y esparció plumas de colores, y Momo colgó flores por todas partes.

—¡Esto es muy divertido! —exclamó Momo mientras lanzaba pétalos al aire.

Pero no todo el mundo estaba contento. El viejo búho Don Sabio, que siempre había sido un poco gruñón, se acercó al grupo.

—¿Qué están haciendo, jóvenes? —preguntó con una voz profunda—. La selva es perfecta tal como es. No necesitan llenarla de colores.

Tino se detuvo y miró a Don Sabio.

—Pero, Don Sabio, el arte puede hacer que la selva sea más alegre. ¡Mira cómo sonríen todos!

—No estoy seguro de eso —respondió el búho, frunciendo el ceño—. A veces, menos es más.

Los animales se miraron entre sí, un poco preocupados. Pero Tino, con su corazón lleno de valentía, decidió hablar.

—Don Sabio, el arte no solo es para ver. Es para sentir. Cuando pinto, siento alegría y amor. ¡Y quiero compartirlo con todos!

El búho se quedó en silencio. Miró a su alrededor y vio a los animales riendo y disfrutando.

—Quizás… —dijo Don Sabio, pensativo—, tal vez no he considerado cómo se sienten los demás.

Tino sonrió y le tendió una hoja llena de colores.

—¿Quieres probar, Don Sabio? ¡Pinta algo con nosotros!

El búho miró la hoja y luego a todos los animales. Con un suspiro, aceptó.

—¡Está bien, intentaré! —dijo Don Sabio, mientras tomaba la hoja.

Poco a poco, el búho comenzó a pintar. Al principio, sus trazos eran un poco torpes, pero pronto se sintió más seguro. Los colores llenaron el aire y, para sorpresa de todos, Don Sabio comenzó a sonreír.

—¡Esto es… divertido! —exclamó.

Tino y los demás se unieron a él, y pronto todos estaban riendo y creando juntos. La selva, que antes era solo verde y marrón, ahora brillaba con colores vibrantes.

—¡Mira, Tino! —gritó Momo—. ¡Hemos creado un verdadero paraíso!

Tino miró a su alrededor y sintió un gran orgullo. La selva estaba llena de risas, colores y alegría.

—¡Esto es solo el comienzo! —dijo Tino—. ¡Podemos hacer más!

Y así, los animales decidieron que cada semana tendrían un día de arte en la selva. Pintarían, crearían y compartirían su amor por la naturaleza.

Un día, mientras todos estaban pintando, Tino se dio cuenta de algo importante.

—¿Sabes qué? —dijo—. El arte no solo hace que la selva sea hermosa. También nos une como amigos.

—¡Sí! —gritaron todos al unísono—. ¡El arte nos hace felices!

Desde ese día, la selva no solo fue un lugar lleno de colores, sino también un hogar donde la amistad y la creatividad florecieron. Y cada vez que alguien se sentía triste, solo tenía que mirar a su alrededor para recordar que el arte y la alegría estaban siempre presentes.

Así, Tigre Tino se convirtió en el artista más querido de la selva, y su historia se contó de generación en generación. Los animales aprendieron que, aunque todos eran diferentes, juntos podían crear algo realmente mágico.

Y así, la selva siguió brillando con colores, risas y amor, gracias al tigre que pintó la selva. Fin.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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