Es curioso cómo algunas historias surgen sin esfuerzo cuando uno cambia de escenario. A veces, basta con caminar por un mercado lleno de aromas desconocidos, escuchar un idioma diferente o mirar una ciudad desde una ventana ajena, para que la imaginación despierte.
Muchos cuentos —aunque no lo parezca— tienen su raíz en lugares reales. Un bosque que viste en un viaje puede convertirse en el reino de un duende. Una ciudad con calles laberínticas puede inspirar una aventura de misterio. Viajar alimenta la fantasía.
Justamente por eso, hace poco me encontré con una página que recopila experiencias de viaje contadas con mucha sensibilidad. Algunos destinos que mencionan tienen esa atmósfera que bien podría haber salido de un cuento. Si te interesa la conexión entre el mundo real y el imaginario, te recomiendo explorar este blog de viajes, donde cada lugar parece tener su propia historia que contar.
A veces, la mejor forma de escribir un buen cuento es cerrar el cuaderno y salir a caminar.