El insecto que quería volar alto

Había una vez, en un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, una pequeña hormiga llamada Antonia. Antonia era muy curiosa y siempre miraba al cielo, donde las mariposas danzaban felices entre las flores.

Un día, mientras Antonia caminaba por el sendero de tierra, vio a una mariposa amarilla que volaba cerca. “¡Hola, mariposa!”, gritó Antonia con entusiasmo. “¿Cómo es volar tan alto en el cielo?”

La mariposa, que se llamaba Mariposa Lía, sonrió y respondió: “Es maravilloso, pequeña hormiga. Puedo sentir el viento en mis alas y ver el mundo desde arriba. ¡Deberías intentarlo!”

Antonia sintió un cosquilleo en su pancita. “¡Quiero volar! Quiero ver el jardín desde las nubes.”

Lía aplaudió con sus alas. “¡Eso suena genial! Pero, querida hormiga, no tienes alas como yo.”

Antonia se sintió un poco triste. “Es verdad. Pero, ¿y si encuentro una manera de volar?”

Con determinación, Antonia decidió que no se rendiría. Se acercó a su amiga Mari, la mariquita, y le dijo: “Mari, necesito tu ayuda. Quiero volar alto como Lía.”

Mari, que tenía un brillo especial en sus puntos rojos, miró a Antonia y dijo: “¡Claro! Podemos hacer algo divertido. ¿Qué tal si usas hojas y flores para hacerte unas alas?”

Antonia se emocionó. “¡Eso es una gran idea!” Juntas, comenzaron a recolectar hojas verdes y pétalos de flores.

Después de un rato, Antonia tenía unas alas hechas de hojas y flores. “¡Mira, Mari! ¡Soy una hormiga voladora!”

Mari rió y dijo: “¡Te ves increíble! Ahora, ¡a volar!”

Antonia subió a una pequeña piedra y se preparó para saltar. “Uno, dos, ¡tres!” gritó y saltó. Pero, en lugar de volar, cayó suavemente al suelo.

“Oh, no… no volé,” dijo Antonia con un suspiro.

“No te desanimes, amiga. Tal vez necesites un poco de ayuda,” sugirió Mari.

Entonces, se les ocurrió pedir ayuda a Don Pájaro, un ave sabia que siempre volaba alto. “Don Pájaro, ¿puedes ayudarnos?” llamaron.

Don Pájaro se acercó volando. “¿Qué sucede, pequeñas?” preguntó con curiosidad.

Antonia explicó su sueño de volar. “Quiero ver el mundo desde arriba, como tú y Lía.”

Don Pájaro sonrió. “Volar es maravilloso, pero cada uno tiene su propia manera de ser especial. Tú, Antonia, eres muy fuerte y trabajadora. ¡Mira cuántas cosas puedes hacer en la tierra!”

Antonia pensó en todas las veces que había llevado comida a su hormiguero. “Es verdad. Puedo hacer muchas cosas.”

Don Pájaro continuó: “No necesitas volar para ser especial. Cada insecto tiene su propio talento. Tú eres una gran hormiga, y eso es suficiente.”

Antonia sonrió, sintiéndose un poco mejor. “Gracias, Don Pájaro. Pero aún quiero ver el jardín desde arriba.”

“¡Tengo una idea!” dijo Don Pájaro. “¿Qué tal si te llevo en mi espalda?”

Antonia brincó de alegría. “¡Sí, sí, sí!”

Don Pájaro se agachó y Antonia subió. Con un batir de alas, volaron alto por el cielo. Antonia miraba todo desde arriba, ¡y era maravilloso! “¡Mira, Mari! ¡Puedo ver todo el jardín!”

Desde las nubes, Antonia vio su hogar, las flores y a sus amigos. “¡Es tan hermoso!” gritó.

Cuando regresaron al suelo, Antonia miró a Mari y a Lía. “Gracias por ayudarme a ver lo que quería. Aprendí que ser hormiga también es muy especial.”

Y así, Antonia comprendió que aunque no podía volar como una mariposa, tenía su propio lugar en el jardín. Y cada día, se sentía orgullosa de ser la mejor hormiga que podía ser.

Desde entonces, Antonia siempre miraba al cielo, pero también miraba a su alrededor, disfrutando de todo lo que su pequeño mundo tenía para ofrecer.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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