La bruja y el espejo encantado

En un bosque muy, muy lejano, vivía una bruja llamada Belinda. No era una bruja malvada, pero sí un poco traviesa. Le gustaba hacer trucos y hechizos para divertirse. Un día, mientras exploraba una cueva oscura, encontró un espejo antiguo cubierto de polvo.

—¡Qué espejo tan curioso! —dijo Belinda mientras lo limpiaba con la manga de su túnica.

Cuando el espejo estuvo limpio, Belinda se miró en él y, para su sorpresa, su reflejo no se movía como ella. En lugar de eso, el reflejo sonreía y le guiñaba un ojo. Belinda se quedó boquiabierta.

—¡Hola, Belinda! —dijo el reflejo con una voz idéntica a la suya—. Soy tu reflejo encantado.

—¿Mi reflejo encantado? —preguntó Belinda, incrédula—. ¿Qué significa eso?

—Significa que soy una parte de ti, pero con un pequeño toque de magia —respondió el reflejo—. ¿Te gustaría jugar un juego?

Belinda, siempre dispuesta a una nueva aventura, aceptó con entusiasmo.

—¡Claro que sí! —dijo—. ¿Qué tipo de juego?

El reflejo sonrió y le explicó las reglas del juego. Belinda tendría que resolver tres acertijos para poder liberar al reflejo del espejo. Si no lo lograba, el reflejo tomaría su lugar en el mundo real.

—¿Estás lista para el primer acertijo? —preguntó el reflejo.

—¡Estoy lista! —respondió Belinda, decidida.

El reflejo recitó el primer acertijo:

—»Soy ligero como una pluma, pero nadie puede sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy?»

Belinda pensó y pensó, y finalmente, una idea le vino a la mente.

—¡Es la respiración! —exclamó.

El reflejo asintió y sonrió.

—Correcto, Belinda. Ahora, el segundo acertijo: «Cuanto más me quitas, más grande me vuelvo. ¿Qué soy?»

Belinda frunció el ceño y se rascó la cabeza. Este acertijo era más difícil. Caminó de un lado a otro, murmurando las palabras para sí misma. Finalmente, sus ojos se iluminaron.

—¡Es un agujero! —dijo con confianza.

—¡Muy bien! —dijo el reflejo—. Ahora, el último acertijo: «Tengo ciudades, pero no casas. Tengo montañas, pero no árboles. Tengo agua, pero no peces. ¿Qué soy?»

Belinda se sentó en una roca y pensó profundamente. Este acertijo era el más difícil de todos. Cerró los ojos y se imaginó las palabras en su mente. Después de un rato, una sonrisa apareció en su rostro.

—¡Es un mapa! —dijo triunfante.

El reflejo aplaudió y la felicitó.

—Has resuelto todos los acertijos, Belinda. Ahora, como prometí, estoy libre del espejo.

De repente, el reflejo salió del espejo y se convirtió en una pequeña hada brillante. Belinda estaba asombrada.

—¡Eras un hada todo este tiempo! —exclamó.

—Sí —respondió el hada—. Estaba atrapada en el espejo por un hechizo antiguo. Gracias a ti, ahora soy libre.

Belinda sonrió y el hada le dio un pequeño frasco de polvo mágico como agradecimiento.

—Usa esto cuando necesites ayuda —dijo el hada—. Siempre estaré contigo.

Belinda guardó el frasco en su bolsillo y se despidió del hada. Desde ese día, cada vez que Belinda se miraba en un espejo, recordaba la aventura que tuvo y sonreía.

Y así, la bruja Belinda y el hada vivieron felices, ayudándose mutuamente en nuevas y emocionantes aventuras. Porque en el mundo de la magia, nunca se sabe qué sorpresa te espera a la vuelta de la esquina.

Fin.

Puntúa este cuento
Foto del avatar
Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *