La cueva de los susurros

«¿Escuchas eso?» preguntó Clara, su voz temblorosa resonando en el silencio del bosque.

«Es solo el viento,» respondió David, aunque en su interior sentía un escalofrío que le recorría la espalda. La leyenda de la cueva de los susurros siempre había sido un tema de conversación entre los adolescentes del pueblo. Decían que aquellos que se aventuraban demasiado cerca nunca regresaban.

Los dos amigos se acercaron a la entrada de la cueva, donde la oscuridad parecía devorar la luz del día. Un murmullo tenue se filtró desde dentro, como si el mismo suelo hablara.

«Vamos, no seamos cobardes,» dijo Clara, con una sonrisa nerviosa. «Solo un vistazo.»

Mientras avanzaban, los susurros se hicieron más claros, como si alguien estuviera llamándolos por su nombre. «David… Clara…» resonaban las voces, cada vez más insistentes.

«¿Quién está ahí?» gritó David, pero solo recibió un eco en respuesta.

«Tal vez deberíamos irnos,» sugirió Clara, su rostro pálido. Pero ya era demasiado tarde. La cueva parecía cobrar vida, y las sombras se alargaban hacia ellos.

«¡No! ¡No podemos dejarlo así!» Clara se adentró más, atraída por los murmullos que prometían secretos olvidados.

«¡Clara, espera!» David la siguió, pero cada paso que daba lo alejaba más de la realidad. La entrada se desvaneció, y la oscuridad lo envolvió.

De repente, los susurros se transformaron en gritos, y una risa macabra resonó en la cueva. «Bienvenidos, queridos. Aquí, los que entran nunca salen.»

David miró a su alrededor, desesperado. «¿Qué has hecho, Clara?»

Ella sonrió, pero sus ojos estaban vacíos. «No lo entiendes, David. Ellos me han prometido algo.«

Un frío helado recorrió su cuerpo mientras la cueva se cerraba a su alrededor. Las voces lo llamaban, lo atrapaban. En un último intento, gritó: «¡No quiero ser parte de esto!»

Pero ya era demasiado tarde. La risa resonó una vez más y, en un instante, todo se volvió silencio. La cueva había reclamado a sus nuevas almas, y el bosque volvió a la calma, como si nunca hubieran estado allí.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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