Había una vez en un pequeño pueblo encantado, dos hermanas brujas llamadas Luna y Estrella. Ellas eran conocidas por ser las brujas más poderosas de la región, pero también por ser las más amables y generosas. Vivían en una cabaña en el bosque, donde preparaban pociones mágicas para ayudar a los habitantes del pueblo en momentos de necesidad.
Una mañana, mientras las hermanas preparaban una poción especial para curar a un niño enfermo, descubrieron que su poción más poderosa, la Poción de la Felicidad, ¡había desaparecido! Estaban muy preocupadas, ya que sin esa poción no podrían ayudar a los habitantes del pueblo en momentos de tristeza y desesperación.
Luna y Estrella decidieron emprender un viaje por el bosque para buscar pistas sobre quién había robado la poción. Mientras caminaban entre los árboles, escucharon risas malvadas que provenían de una cueva oscura. Se acercaron con cautela y vieron a la bruja malvada Morgana, riéndose mientras revolvía la poción en una olla.
«¡Morgana, ¿cómo pudiste hacer esto?!» exclamó Luna, sorprendida.
«¡Ja, ja, ja! ¡No me detendrán, hermanas! Esta poción es mía ahora, y la usaré para hacer que todos en el pueblo sean infelices», respondió Morgana con una sonrisa malvada.
Luna y Estrella se miraron con determinación y decidieron que debían recuperar la poción a toda costa. Se acercaron a Morgana y le pidieron que les devolviera la poción, pero ella se negó y lanzó un hechizo que las hizo caer al suelo.
«¡No podrán detenerme, brujitas tontas! ¡Ahora seré la bruja más poderosa de todas!», gritó Morgana mientras se preparaba para huir con la poción.
Pero en ese momento, el niño enfermo al que las hermanas estaban tratando de ayudar llegó corriendo a la cueva. «¡Detente, Morgana! ¡No puedes hacer esto! Necesitamos la Poción de la Felicidad para curar a los enfermos y hacer que nuestro pueblo sea un lugar feliz», dijo el niño con valentía.
Morgana se detuvo por un momento, mirando al niño con sorpresa. Recordó cómo Luna y Estrella siempre habían sido amables y generosas con todos en el pueblo, y cómo habían ayudado a tantas personas con sus pociones mágicas.
Finalmente, Morgana se dio cuenta de que estaba equivocada al tratar de robar la poción. Se acercó a Luna y Estrella, les devolvió la poción y les pidió disculpas por su mal comportamiento.
«Estábamos equivocadas al pensar que la magia era solo para nuestro beneficio. Gracias por recordarnos que la verdadera magia está en ayudar a los demás y hacer el bien», dijo Luna con una sonrisa.
Morgana asintió con gratitud y prometió cambiar su actitud y usar su magia para hacer el bien en el pueblo. Luna y Estrella regresaron a su cabaña con la Poción de la Felicidad, la cual utilizaron para curar al niño enfermo y devolver la alegría al pueblo.
Desde ese día, Luna, Estrella y Morgana se convirtieron en amigas y trabajaron juntas para hacer del pueblo un lugar aún más feliz y próspero. Y la Poción de la Felicidad se convirtió en un símbolo de la amistad y la bondad que reinaba en el pueblo encantado.