Era un hermoso día soleado en el Valle de los Dinosaurios. Los pequeños dinosaurios estaban muy emocionados porque era su primer día de escuela.
“¡Mira, Trico! ¡Ya llegó el momento!” dijo Lila, una pequeña brontosaurio de cuello largo y sonrisa brillante. Trico, un velociraptor muy rápido, movió su cola de felicidad.
“¡Sí, Lila! ¡Vamos a aprender muchas cosas!” respondió Trico, saltando de un pie a otro.
Cuando llegaron a la escuela, vieron a su maestra, la sabia y amable señora Plesiosaurio. “¡Bienvenidos, pequeños dinosaurios! Hoy aprenderemos sobre colores, formas y números,” dijo con una sonrisa.
“¡Hurra!” gritaron todos al unísono.
Primero, la señora Plesiosaurio les mostró una gran caja llena de bloques de colores. “¿Quién puede decirme de qué color es este bloque?” preguntó, levantando un bloque rojo.
“¡Es rojo!” gritaron Lila y Trico al mismo tiempo.
“¡Muy bien! Ahora, ¿quién puede encontrar un bloque azul?” dijo la maestra.
Trico corrió rápidamente y trajo un bloque azul. “¡Yo lo encontré!” dijo orgulloso.
Después de jugar con los bloques, la señora Plesiosaurio les enseñó a contar. “Vamos a contar juntos. Uno, dos, tres…”
“¡Cuatro, cinco, seis!” interrumpió Lila.
“¡Excelente, Lila!” dijo la maestra. “¿Y cuántos dinosaurios hay en nuestra clase?”
“¡Siete!” dijo Trico, levantando su mano.
“¡Correcto! ¡Siete dinosaurios!” exclamó la señora Plesiosaurio.
Al final del día, los pequeños dinosaurios estaban cansados pero muy felices. “¡Hoy fue el mejor día de todos!” dijo Lila, mientras todos se abrazaban.
“Sí, ¡y mañana aprenderemos más!” añadió Trico con una gran sonrisa.
Y así, en la Escuela de los Dinosaurios, los pequeños amigos aprendieron, jugaron y se hicieron inseparables.
Fin.