Las ranas y la tormenta brillante

En un hermoso estanque rodeado de lirios y cañas, vivían un grupo de ranas alegres. Eran ranas de colores brillantes: verdes, amarillas y hasta algunas con manchas azules. Cada día, saltaban de hoja en hoja, jugando y cantando. Pero un día, el cielo comenzó a oscurecerse.

—¡Miren! —gritó Rina, la rana más pequeña, con sus ojos grandes y redondos—. ¡Se vienen nubes negras!

—Oh, no —respondió Rolo, el rana más grande y sabio del grupo—. Eso significa que habrá una tormenta.

—¿Una tormenta? —preguntó Tico, el rana de manchas amarillas—. ¡No me gusta la tormenta!

—No te preocupes, Tico —dijo Rina—. ¡Podemos quedarnos aquí y cantar hasta que pase!

Pero Rolo sabía que no era tan sencillo. Las nubes estaban cargadas de agua y relámpagos que brillaban como estrellas traviesas.

—Escuchen, amigos —dijo Rolo—. No podemos quedarnos aquí. Si la tormenta llega, debemos encontrar un lugar seguro.

Las ranas se miraron entre sí, un poco asustadas.

—¿A dónde vamos? —preguntó Tico, temblando un poco.

—Podemos ir a la cueva de las piedras brillantes —sugirió Rina—. ¡Es un lugar mágico!

—¡Sí! —exclamó Rolo—. Las piedras brillantes nos protegerán. Pero necesitamos trabajar juntos para llegar allí.

Así que las ranas comenzaron a saltar hacia la cueva. De repente, un trueno retumbó en el cielo, y un destello de luz iluminó el estanque.

—¡Ay! —gritó Tico—. ¡Tengo miedo!

—No te preocupes, Tico —dijo Rina, acercándose a él—. Estamos juntos, y eso es lo más importante.

Las ranas continuaron saltando, pero la lluvia comenzó a caer. Las gotas eran grandes y frías.

—¡Rápido! —gritó Rolo—. ¡No podemos quedarnos aquí!

Las ranas se apresuraron, pero el agua comenzó a acumularse alrededor de ellos.

—¡Ayuda! —lloró Tico—. ¡No sé nadar!

—¡Tico! —gritó Rina—. ¡Sigue mi voz! ¡Salta hacia mí!

Con un gran salto, Tico logró llegar a Rina. Las ranas se unieron en un pequeño grupo.

—¡Vamos! —dijo Rolo—. ¡Unidos somos más fuertes!

Juntos, comenzaron a saltar hacia la cueva. La lluvia caía con más fuerza, pero las ranas no se rindieron.

—¡Mira! —gritó Rina—. ¡Ahí está la cueva!

Corrieron hacia la entrada, y cuando llegaron, se dieron cuenta de que la cueva estaba llena de piedras que brillaban como estrellas en la noche.

—¡Guau! —dijo Tico, con la boca abierta—. ¡Es hermoso!

—Sí —dijo Rolo—. Aquí estaremos a salvo.

Las ranas se acomodaron en la cueva, y la tormenta seguía rugiendo afuera. Pero dentro, se sentían cálidas y seguras.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Tico, un poco más tranquilo.

—Podemos contar historias —sugirió Rina—. Historias sobre aventuras y lugares mágicos.

—¡Sí! —exclamó Rolo—. ¡Yo tengo una historia!

Y así, Rolo comenzó a contarles sobre un día en que había encontrado un charco lleno de flores. Las ranas escuchaban con atención, riendo y saltando de emoción con cada palabra.

De repente, un gran destello de luz iluminó la cueva. Todas las ranas se quedaron en silencio, mirando hacia la entrada.

—¿Qué fue eso? —preguntó Tico, asustado.

—No lo sé —respondió Rina—. Pero creo que la tormenta tiene algo mágico.

Y así fue. Un rayo de luz brilló en la cueva, iluminando las piedras. Las ranas comenzaron a saltar y bailar, sintiendo la magia a su alrededor.

—¡Miren! —gritó Rolo—. ¡La tormenta nos está mostrando su magia!

Las ranas se unieron en una danza, riendo y disfrutando de la luz brillante que entraba en la cueva.

—¡Esto es increíble! —dijo Tico.

—¡Sí! —respondió Rina—. La tormenta no es tan mala después de todo.

Cuando la lluvia finalmente paró, las ranas salieron de la cueva. El sol brillaba de nuevo y el arcoíris se extendía en el cielo.

—Miren lo que hemos logrado juntos —dijo Rolo, sonriendo—. Trabajar en equipo nos hizo más fuertes.

—¡Sí! —gritaron todas las ranas—. ¡Juntos podemos enfrentar cualquier tormenta!

Y así, las ranas aprendieron que, aunque las tormentas pueden ser aterradoras, siempre hay un poco de magia cuando están juntas. Desde ese día, cada vez que veían nubes oscuras, recordaban su aventura y se preparaban para bailar bajo la lluvia.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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