El caracol y el arcoíris perdido

Era una mañana brillante en el jardín de la señora Mariposa. Los rayos del sol brillaban y las flores bailaban al ritmo de la brisa. En una pequeña hoja verde, un caracol llamado Coco estaba despertando de su largo sueño.

—¡Buenos días, mundo! —exclamó Coco, estirando su pequeño cuerpo.

De repente, algo llamó su atención. En el suelo, había un arcoíris desvanecido. Sus colores estaban apagados y se veía triste. Coco se acercó lentamente.

—¿Qué te ha pasado, arcoíris? —preguntó Coco con curiosidad.

El arcoíris suspiró y respondió:

—Me he perdido mis colores. Antes brillaba en el cielo, pero ahora solo soy un recuerdo.

Coco se sintió muy triste por el arcoíris. No podía dejarlo así. Decidió que debía ayudarlo.

—¡No te preocupes! —dijo Coco con determinación—. ¡Voy a devolverte tus colores!

—Pero, ¿cómo lo harás? —preguntó el arcoíris, con un tono de esperanza.

—Voy a buscar cada color que te falta —respondió Coco—. ¡Empezaré ahora mismo!

Y así, Coco partió en su aventura. Su primer destino fue el lago azul donde vivía la rana Rita. Cuando llegó, vio a Rita saltando de un lado a otro.

—¡Hola, Rita! —saludó Coco—. ¿Tienes un poco de azul para ayudar a un arcoíris?

—¡Claro que sí! —dijo Rita, sonriendo—. Pero tendrás que ayudarme a recoger algunas hojas primero.

Coco aceptó el desafío. Juntos, recogieron hojas y, a cambio, Rita le dio un poco de agua azul que brillaba como el cielo.

—¡Gracias, Rita! —dijo Coco, feliz—. ¡Ahora tengo un poco de azul para el arcoíris!

Continuó su camino y llegó al jardín de Lola, la flor amarilla.

—¡Hola, Lola! —llamó Coco—. ¿Me puedes dar un poco de amarillo para el arcoíris?

Lola sonrió y dijo:

—Por supuesto, Coco. Pero primero, ¡ayúdame a bailar con el viento!

Coco se unió a Lola y, mientras giraban y bailaban, ella le dio un poco de su color amarillo brillante.

—¡Qué divertido! —exclamó Coco—. Gracias, Lola. ¡Ahora tengo azul y amarillo!

Con su corazón lleno de alegría, siguió su camino hacia el bosque. Allí conoció a Tito, el pajarito rojo.

—¡Hola, Tito! —saludó Coco—. Necesito un poco de rojo para un arcoíris triste.

—¡Claro, Coco! —dijo Tito—. Pero primero, ayúdame a encontrar mi nido.

Coco aceptó y juntos buscaron el nido de Tito entre las ramas. Cuando lo encontraron, Tito le dio un poco de su color rojo.

—¡Eres un gran amigo, Coco! —dijo Tito—. ¡Ahora el arcoíris tendrá rojo!

Coco estaba emocionado. Tenía azul, amarillo y rojo. Pero aún le faltaban los colores verde, naranja y violeta. No se rindió y siguió su búsqueda.

Llegó a un campo donde crecía la hierba verde. Allí encontró a Greta, la mariquita.

—¡Hola, Greta! —dijo Coco—. ¿Tienes un poco de verde para el arcoíris?

—¡Sí! —respondió Greta—. Pero primero, ayúdame a contar mis puntos.

Coco se sentó con Greta y comenzaron a contar. Después de un rato, Greta le dio un poco de su color verde.

—¡Gracias, Greta! —dijo Coco—. ¡Ahora tengo cuatro colores!

Siguió buscando y llegó a un árbol donde vivía Nico, el zorro naranja.

—¡Hola, Nico! —gritó Coco—. ¿Me das un poco de naranja para el arcoíris?

—Claro, Coco. Pero primero, ayúdame a jugar a las escondidas —dijo Nico.

Coco se divirtió jugando y, al final, Nico le dio un poco de naranja brillante.

Finalmente, llegó a un campo de flores moradas. Allí conoció a Violeta, la mariposa.

—¡Hola, Violeta! —saludó Coco—. Necesito un poco de violeta para el arcoíris.

—Por supuesto, Coco. Pero primero, ¡vamos a volar juntos! —dijo Violeta.

Coco subió a una hoja y juntos volaron por el jardín. Después de un rato, Violeta le dio un poco de su color violeta.

—¡Lo logré! —gritó Coco, lleno de colores—. ¡Ahora tengo todos los colores del arcoíris!

Regresó al lugar donde estaba el arcoíris desvanecido. Con mucho cuidado, comenzó a aplicar cada color.

—Mira, arcoíris, ¡te traigo tus colores! —dijo Coco emocionado.

El arcoíris comenzó a brillar y a cobrar vida.

—¡Gracias, Coco! —exclamó el arcoíris—. ¡Eres un verdadero amigo!

Coco sonrió y se sintió muy feliz. Había aprendido que cada esfuerzo cuenta y que ayudar a los demás trae alegría.

Y así, el arcoíris volvió a brillar en el cielo, llenando el jardín de colores y risas. Coco se sintió orgulloso y supo que siempre sería un buen amigo.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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