¡El Dinosaurio Desaparecido!

Era un día soleado en el pequeño pueblo de Dinolandia, donde los niños jugaban felices en el jardín de la escuela. Entre ellos estaban Sofía, un espíritu aventurero, y su amigo Lucas, un chico curioso que siempre llevaba consigo su dinosaurio de juguete, un pequeño Tiranosaurio Rex al que llamaba Rexy.

Un día, mientras todos jugaban al escondite, Lucas se dio cuenta de que Rexy había desaparecido. “¡Sofía, no puedo encontrar a Rexy!”, exclamó Lucas, con preocupación en su voz. Sofía, que siempre estaba lista para una aventura, le respondió: “¡No te preocupes, Lucas! ¡Vamos a buscarlo! ¡Podría estar en cualquier parte!”

Los dos amigos se pusieron en marcha, revisando cada rincón del jardín. Miraron detrás de los arbustos, debajo de los bancos y hasta dentro de la casita de juegos. Pero Rexy no estaba por ninguna parte. “¿Y si se ha ido a explorar el mundo?”, sugirió Lucas, con un brillo de esperanza en sus ojos. “Tal vez esté en la selva de la esquina del patio.”

Sofía sonrió. “¡Vamos a la selva!” Así que se dirigieron a la selva del patio, un lugar lleno de plantas y flores, donde la imaginación podía volar. Mientras buscaban, Sofía tropezó con algo extraño. “¡Mira esto, Lucas!” gritó, señalando una huella gigante en el suelo. Era una huella que no parecía de ningún animal que conocieran.

“¡Es enorme!”, dijo Lucas, mirando la huella con asombro. “¿Qué tipo de dinosaurio puede haber dejado esto?”

“Quizás Rexy se fue a buscar a un amigo,” sugirió Sofía, con una sonrisa traviesa. “¡Vamos a seguir las huellas!”

Siguiendo las huellas, los niños se adentraron más en la selva del patio. Las huellas los llevaron a un rincón oscuro donde los árboles eran tan altos que casi tocaban el cielo. Allí, entre las sombras, encontraron algo que los dejó boquiabiertos. “¡Mira!”, dijo Lucas, señalando a un enorme dinosaurio de verdad, un Brachiosaurio, que estaba comiendo hojas de un árbol.

“¡Es increíble!”, exclamó Sofía, con los ojos como platos. “¡Nunca pensé que encontraríamos un dinosaurio de verdad!”

El Brachiosaurio, al notar la presencia de los niños, levantó su cabeza y los miró con curiosidad. “Hola, pequeños aventureros,” dijo con una voz profunda y suave. “Soy Braco. ¿Qué hacen aquí?”

Lucas, sin poder contener su emoción, respondió: “¡Estamos buscando a mi dinosaurio de juguete, Rexy! Pero encontramos a un dinosaurio de verdad en su lugar.”

Braco sonrió. “Rexy, ¿eh? No lo he visto, pero puedo ayudarles a buscarlo. ¿Qué tal si me acompañan?”

Los niños no podían creer lo que oían. “¡Sí, por favor!” gritaron al unísono. Juntos, comenzaron a explorar el jardín con Braco a su lado. El dinosaurio era tan alto que podía ver sobre los árboles y guiarlos en su búsqueda.

Mientras caminaban, Sofía preguntó: “¿Cómo es que llegaste aquí, Braco?”

“Me perdí mientras buscaba un lugar donde comer,” respondió Braco, moviendo su largo cuello. “No sabía que había un jardín tan hermoso en este pueblo.”

“¿Te gustaría quedarte aquí?”, preguntó Lucas, emocionado. “Podríamos ser amigos y jugar juntos.”

Braco rió. “Me encantaría, pero soy un dinosaurio grande y necesito mucho espacio para vivir. Sin embargo, puedo ayudarles a encontrar a Rexy.”

Después de un rato de búsqueda, Braco se detuvo. “¿Escuchan eso?” preguntó, inclinando su cabeza. Los niños se quedaron en silencio y escucharon un suave “¡Rexy!” que venía de detrás de un arbusto.

“¡Es Rexy!”, gritó Lucas, corriendo hacia el sonido. Cuando llegó al arbusto, encontró a Rexy atrapado entre algunas ramas. “¡Te encontré!” dijo Lucas, aliviado, mientras liberaba a su dinosaurio de juguete.

Sofía y Braco se unieron a él, y todos celebraron la gran victoria. “¡Lo logramos!”, exclamó Sofía, abrazando a Lucas y a Rexy. “¡Gracias, Braco!”

Braco sonrió y dijo: “Siempre es bueno ayudar a los amigos. Recuerden, aunque los dinosaurios son grandes y fuertes, la verdadera fuerza está en la amistad.”

Los niños asintieron, comprendiendo la importancia de lo que Braco había dicho. “Te vamos a extrañar, Braco,” dijo Lucas, un poco triste. “Pero siempre recordaremos esta aventura.”

“No se preocupen,” respondió Braco. “Siempre estaré en sus corazones. Y cada vez que vean un árbol alto, piensen en mí.” Con eso, Braco se despidió de los niños y se alejó, desapareciendo entre los árboles.

Sofía y Lucas se sentaron en el jardín, mirando cómo Braco se alejaba. “No puedo creer que hayamos encontrado un dinosaurio de verdad,” dijo Sofía, sonriendo. “Y todo por buscar a Rexy.”

“Sí, y ahora Rexy tiene una historia increíble que contar,” agregó Lucas, abrazando su juguete con fuerza. “¡Esta fue la mejor aventura de todas!”

Desde ese día, cada vez que los niños jugaban en el jardín, miraban hacia los árboles altos y sonreían, recordando la aventura que habían vivido con su nuevo amigo, el dinosaurio Braco. Y Rexy, el pequeño Tiranosaurio, nunca volvió a estar solo en sus juegos.

“¡Hasta la próxima aventura!”, gritó Lucas, levantando a Rexy al aire. “¡Vamos a descubrir más misterios juntos!” Y así, los dos amigos siguieron explorando su jardín, sabiendo que la verdadera magia de la amistad siempre los acompañaría.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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