Capítulo 1: La Herencia
María caminaba con pasos lentos por el pasillo polvoriento de la vieja mansión que acababa de heredar de su abuela. El crujido de los tablones bajo sus pies resonaba en el silencio de la casa. Las ventanas estaban cubiertas de gruesas cortinas que apenas dejaban pasar la luz del día, sumiendo cada rincón en una penumbra inquietante.
—¡Vaya lugar más lúgubre! —murmuró María para sí misma mientras observaba los cuadros cubiertos de polvo que adornaban las paredes.
El abogado de la familia le había entregado las llaves hacía apenas unas horas, junto con una nota de su difunta abuela. «Querida María, esta casa ha sido nuestra familia durante generaciones. Espero que encuentres en ella la paz que yo nunca pude.»
María se detuvo frente a un enorme espejo antiguo que colgaba en el vestíbulo. Estaba cubierto de una gruesa capa de suciedad, pero aún así podía ver su reflejo distorsionado en él. Una sensación de malestar la invadió de repente y se apartó de él con rapidez.
Capítulo 2: La Revelación
Después de un día de limpieza exhaustiva, María decidió explorar el resto de la casa. Subió las escaleras de madera crujiente y se aventuró por los pasillos polvorientos. Al abrir una de las puertas, se encontró con una habitación en la que había un gran tocador de madera con un espejo incrustado.
Al acercarse, vio su reflejo en el espejo, pero algo parecía extraño. Su imagen parecía distorsionada de nuevo, pero esta vez de una manera más sutil. Frunció el ceño y tocó el espejo con la punta de los dedos.
—Debe ser la suciedad que lo cubre… —murmuró para sí misma.
Se inclinó más cerca para limpiarlo con un paño, pero de repente, su reflejo empezó a moverse por sí mismo. María se quedó helada, incapaz de apartar la mirada. El reflejo en el espejo sonrió de manera siniestra y luego comenzó a hablar con una voz susurrante y escalofriante.
—Bienvenida a tu nueva casa, María. Estaba esperando que vinieras…
Capítulo 3: La Conexión
Maria retrocedió horrorizada, pero el reflejo en el espejo parecía seguirla con la mirada, como si estuviera vivo.
—¿Quién eres tú? —preguntó María con voz temblorosa.
El reflejo sonrió aún más ampliamente, mostrando unos dientes afilados.
—Soy parte de ti, María. Siempre lo he sido. Soy tu oscuridad interior, tu miedo más profundo.
Maria sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aquello no podía ser real. Pero no podía apartar la mirada del espejo.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó con voz apenas audible.
—Solo quiero liberarme —dijo el reflejo con un tono seductor—. Pero necesito tu ayuda para hacerlo.
Capítulo 4: La Trampa
María sabía que algo no estaba bien, pero una extraña fascinación la mantenía atrapada frente al espejo.
—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó, sintiendo que ya estaba demasiado involucrada en aquella situación.
El reflejo en el espejo rió malévolamente.
—Solo necesito que hagas lo que te diga. Invócame, María. Dame acceso a tu mundo y te prometo que serás recompensada.
Maria sintió un nudo en el estómago. Sabía que aquello era peligroso, pero una parte de ella quería creer que podía controlar la situación.
—Está bien —dijo con voz temblorosa—. Te invoco.
En el momento en que las palabras abandonaron sus labios, un viento helado llenó la habitación y el espejo comenzó a resplandecer con una luz oscura y ominosa.
Capítulo 5: La Consecuencia
De repente, Maria se sintió atrapada en una vorágine de sombras y susurros. Intentó gritar, pero su voz quedó atrapada en su garganta. El mundo a su alrededor se volvió oscuro y distorsionado, como si estuviera siendo absorbida por el propio espejo.
Cuando por fin pudo ver claramente de nuevo, se encontró en un lugar desconocido. La mansión había desaparecido, reemplazada por un paisaje desolado y oscuro.
—¿Qué has hecho? —gritó María, mirando a su alrededor con horror.
El reflejo en el espejo se rió con una risa fría y despiadada.
—He cumplido mi parte del trato, María. Ahora es tu turno de sufrir las consecuencias.
Maria comprendió entonces el terrible error que había cometido. Había liberado una oscuridad que no podía controlar, y ahora estaba atrapada en ella para siempre.
Y en la oscuridad eterna, el eco de su arrepentimiento resonaba para siempre.