El hámster y la rueda del tiempo

Había una vez un pequeño hámster llamado Rico, que vivía en una acogedora jaula en la habitación de un niño llamado Tomás. Rico era un hámster muy curioso, siempre explorando cada rincón de su hogar. Un día, mientras corría en su rueda, notó algo brillante escondido en la esquina de su jaula.

“¿Qué será eso?” se preguntó Rico, acercándose con cautela. Cuando lo tocó con su patita, ¡pum! La rueda comenzó a brillar intensamente y, de repente, ¡se llenó de luces de colores!

“¡Ay, qué es esto!” gritó Rico, mientras su pequeño corazón latía con fuerza.

En un parpadeo, se encontró en un lugar completamente diferente. Era un bosque lleno de árboles altos y flores de mil colores. Rico miró a su alrededor y vio a un viejo búho posado en una rama.

“Hola, pequeño hámster,” dijo el búho con una voz suave. “Bienvenido a la Rueda del Tiempo. Aquí puedes viajar al pasado y al futuro, pero te aconsejo que no te olvides de disfrutar el presente.”

“¿El presente?” preguntó Rico, confundido. “¿Qué es eso?”

El búho sonrió. “El presente es el momento que estás viviendo ahora. A veces, los animales como tú se preocupan tanto por lo que fue o lo que será, que olvidan disfrutar de lo que tienen en este instante.”

Rico pensó en su jaula, en Tomás y en todas las cosas divertidas que hacía. “Pero, ¿cómo puedo viajar al pasado?” preguntó emocionado.

“Simplemente gira la rueda y piensa en un momento que desees revivir,” explicó el búho. “Pero recuerda, siempre regresa al presente.”

Rico se subió a la rueda y comenzó a girar. En un instante, se encontró en el día en que Tomás lo había llevado a casa. ¡Qué feliz era! Recordaba cómo había corrido en su mano y cómo Tomás le había dado un poco de manzana.

“¡Qué día tan maravilloso!” exclamó Rico. “¡Me encanta este momento!”

Pero de repente, la imagen comenzó a desvanecerse. “¡Oh no! ¡Tengo que volver al presente!” gritó Rico, y giró la rueda de nuevo.

Cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en su jaula. “¿Qué emocionante!” dijo, saltando de alegría. “Pero quiero ver el futuro ahora.”

Rico giró la rueda una vez más y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en un lugar donde había muchos hámsters jugando en un gran parque. Había túneles, ruedas gigantes y un montón de juguetes.

“¡Wow! ¡Mira todo esto!” gritó Rico, corriendo hacia un grupo de hámsters. “¿Qué hacen aquí?”

“¡Estamos en el futuro! Aquí hay un parque especial para hámsters,” dijo una hámster con un lazo rosa. “¡Ven a jugar con nosotros!”

Rico se unió a ellos, corriendo y saltando. Pero mientras jugaba, se dio cuenta de que empezaba a extrañar a Tomás. “¿Dónde está mi amigo?” preguntó, un poco triste.

“¿Quién es Tomás?” preguntó otro hámster.

“Es mi dueño, y lo extraño. Quiero volver a mi casa,” dijo Rico, sintiéndose un poco nostálgico.

“¡Gira la rueda y regresa!” le aconsejó la hámster con el lazo rosa.

Rico se despidió de sus nuevos amigos y giró la rueda una vez más. Al abrir los ojos, estaba de vuelta en su jaula. Miró a su alrededor y sonrió al ver su hogar.

“¡Qué bien estar aquí!” exclamó Rico. “He aprendido que aunque el pasado y el futuro son emocionantes, el presente es lo más importante.”

Justo en ese momento, Tomás entró en la habitación. “¡Hola, Rico!” dijo con una gran sonrisa. “¿Quieres salir a jugar?”

“¡Sí, por favor!” respondió Rico, saltando de alegría. “Hoy quiero disfrutar cada segundo contigo.”

Tomás sacó a Rico de la jaula y lo colocó sobre su regazo. “Vamos a jugar con tu rueda,” dijo, mientras giraba la rueda en el suelo.

Rico corrió y corrió, riendo de felicidad. “¡Esto es lo mejor! ¡Me encanta jugar contigo, Tomás!”

Mientras jugaban, Rico se dio cuenta de que no necesitaba viajar al pasado o al futuro para ser feliz. La verdadera felicidad estaba justo en ese momento, en la risa de Tomás, en el suave roce de su mano y en la calidez de su hogar.

“Tomás, gracias por ser mi amigo,” dijo Rico, mirando a su dueño con cariño.

“¡De nada, Rico! Tú eres el mejor hámster del mundo,” respondió Tomás, acariciándolo suavemente.

Y así, el pequeño hámster aprendió que la vida era una aventura maravillosa, llena de momentos especiales que valía la pena disfrutar. Desde entonces, cada vez que giraba su rueda, no solo corría, sino que sabía que cada vuelta era una oportunidad para vivir el presente.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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