La bruja y el collar encantado

En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques encantados, vivía una bruja llamada Margarita. A diferencia de otras brujas que se escondían en cuevas oscuras, Margarita tenía una casa colorida llena de flores y luces brillantes. A todos los niños del pueblo les encantaba visitarla porque siempre les contaba historias mágicas y les enseñaba a hacer pociones de colores.

Un día, mientras organizaba su estantería de frascos, Margarita encontró un viejo libro polvoriento. Al abrirlo, una página se iluminó con un brillo dorado. En ella, leyó sobre un collar encantado que otorgaba poderes mágicos a quien lo poseyera. “¡Oh, qué emocionante! ¡Debo encontrarlo!”, exclamó Margarita con una sonrisa.

Decidida, se puso su sombrero puntiagudo y salió de su casa. Mientras caminaba por el bosque, se encontró con su amigo Tito, un pequeño ratón que siempre la ayudaba en sus aventuras.

—Hola, Margarita. ¿A dónde vas tan apresurada? —le preguntó Tito, moviendo sus pequeñas orejas.

—¡Hola, Tito! Estoy buscando un collar encantado que me dará poderes mágicos. ¿Quieres venir conmigo? —dijo Margarita emocionada.

—¡Claro! ¡Me encantaría! —respondió Tito saltando de alegría.

Ambos comenzaron su búsqueda, recorriendo el bosque y preguntando a los animales si habían visto el collar. Se encontraron con una sabia lechuza llamada Lola.

—¡Hola, Margarita y Tito! ¿Qué les trae por aquí? —preguntó Lola, acomodándose en su rama.

—Estamos buscando un collar encantado que otorga poderes mágicos. ¿Sabes algo de él? —dijo Margarita.

—He oído rumores de que está escondido en la cueva de la montaña. Pero tengan cuidado, porque hay un dragón que lo protege —advirtió Lola.

Margarita y Tito se miraron con un poco de miedo, pero la curiosidad era más fuerte.

—No hay nada que temer, ¡vamos a buscarlo! —dijo Margarita, tratando de sonar valiente.

Cuando llegaron a la cueva, el viento aullaba y las sombras danzaban en las paredes. Margarita respiró hondo y entró con Tito a su lado.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —preguntó Tito, temblando un poco.

—¡Sí! ¡Es solo un dragón! —dijo Margarita, aunque en el fondo también sentía un poco de miedo.

Al avanzar, escucharon un fuerte rugido. De repente, un enorme dragón de escamas brillantes apareció ante ellos.

—¿Quién se atreve a entrar en mi cueva? —gruñó el dragón.

Margarita, con su corazón latiendo rápido, dio un paso al frente.

—Soy Margarita, la bruja del pueblo, y este es mi amigo Tito. Venimos a buscar el collar encantado.

El dragón la miró con curiosidad.

—¿Y qué harías con ese collar? —preguntó, sus ojos centelleando.

—Quiero usar sus poderes para ayudar a los demás y hacer magia buena —respondió Margarita con determinación.

El dragón sonrió, mostrando sus afilados dientes.

—Si realmente quieres usar la magia para el bien, entonces debes demostrarlo. Responde a esta adivinanza: “En la noche oscura brilla y en el día se oculta. ¿Qué es?”

Margarita pensó por un momento. Tito, que estaba muy nervioso, murmuró:

—¡Tal vez sea una estrella!

—¡Correcto! —gritó Margarita, emocionada—. ¡Es una estrella!

El dragón aplaudió con sus enormes patas.

—Has demostrado tu sabiduría. El collar encantado está en la parte más profunda de la cueva. Pero recuerda, la verdadera magia está en el corazón de quienes la usan.

Margarita y Tito se adentraron más en la cueva, y al final encontraron un hermoso collar que brillaba como el sol.

—¡Mira, Tito! ¡Lo encontramos! —exclamó Margarita.

—Es precioso, pero ¿qué harás ahora? —preguntó Tito.

—Lo usaré para ayudar a los demás, como el dragón dijo —respondió Margarita con una sonrisa.

Y así, Margarita regresó a su pueblo con el collar encantado, no solo como una bruja, sino como una amiga que siempre estaba dispuesta a ayudar. Desde ese día, el pueblo fue un lugar más mágico y feliz, y Margarita se convirtió en la bruja más querida de todos.

Y así, entre risas y aventuras, Margarita y Tito vivieron felices, siempre recordando que la verdadera magia está en hacer el bien.

Puntúa este cuento
Foto del avatar
Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *