La fiesta sorpresa del burro gris

Era un hermoso día en el campo. El sol brillaba y las flores danzaban con la suave brisa. En una pequeña granja vivía un burro gris llamado Burrito. A Burrito le encantaba jugar y correr, pero había algo que lo hacía sentir un poco triste. Su mejor amigo, Panchito, un pequeño gallo de plumas doradas, no estaba muy feliz.

Un día, mientras Burrito paseaba por el prado, vio a Panchito sentado en una piedra, mirando al suelo.

—¿Qué te pasa, Panchito? —preguntó Burrito, acercándose con cuidado.

—No sé, Burrito. Me siento un poco solito y triste —respondió Panchito, con un suspiro.

Burrito pensó que tal vez, si hacía algo especial, podría alegrar a su amigo. Entonces, tuvo una idea brillante.

—¡Voy a organizar una fiesta sorpresa para ti! —exclamó Burrito, dando saltitos de alegría.

Panchito levantó la cabeza, sorprendido.

—¿Una fiesta? ¡Pero, ¿por qué?

—Porque quiero que te diviertas y que vuelvas a sonreír —dijo Burrito con una gran sonrisa.

Y así, Burrito se puso manos a la obra. Fue a buscar a sus amigos del campo: la vaca Lola, el pato Pato, y la oveja Tina.

—¡Hola, amigos! —saludó Burrito—. Tengo una idea. Vamos a hacer una fiesta sorpresa para Panchito. ¡Él necesita un poco de alegría!

—¡Suena genial! —dijo Lola, moviendo su cola emocionada.

—¡Sí, sí! —gritó Pato, chapoteando en un charco—. ¡Me encanta la idea!

—¡Contemos con una gran tarta! —añadió Tina, saltando de felicidad.

Todos se pusieron a trabajar. Lola trajo un montón de leche fresca para hacer la tarta. Pato fue al estanque a buscar los ingredientes, y Tina se encargó de decorar el lugar con flores de colores.

Burrito, mientras tanto, se dedicó a hacer una tarjeta especial. Con su mejor letra, escribió: “¡Feliz fiesta, Panchito! Te queremos mucho.”

Cuando todo estuvo listo, los amigos se escondieron detrás de unos arbustos, esperando a que Panchito llegara.

—¿Están listos? —susurró Burrito, mirando a sus amigos.

—¡Listos! —respondieron al unísono.

De repente, escucharon el canto de Panchito que se acercaba.

—¡Cocorocó! ¡Cocorocó! —cantaba Panchito, sin saber lo que le esperaba.

Cuando llegó al lugar, todos gritaron al mismo tiempo:

—¡Sorpresa!

Panchito se quedó boquiabierto.

—¿Para mí? —preguntó, con los ojos brillantes.

—Sí, para ti, amigo. Queremos que te diviertas —dijo Burrito, saltando de felicidad.

Panchito sonrió de oreja a oreja.

—¡Esto es increíble! ¡Gracias, amigos!

La fiesta comenzó. Bailaron, jugaron y comieron la deliciosa tarta que había preparado Lola.

—¡Está riquísima! —exclamó Panchito, mientras se relamía los labios.

—Me alegra que te guste —dijo Lola, sonriendo.

Pato hizo un pequeño baile, y todos se unieron a él.

—¡Vamos, todos a bailar! —gritó Burrito, moviendo sus patas.

Mientras la fiesta continuaba, Burrito se dio cuenta de algo muy especial. Hacer felices a sus amigos lo hacía feliz a él también.

—¡Estoy tan contento de haber hecho esto! —dijo Burrito, mirando a su alrededor.

—¡Yo también! —respondió Panchito, lleno de alegría—. ¡Gracias, Burrito!

Al final del día, todos estaban cansados pero felices. Se despidieron con abrazos y sonrisas, prometiendo hacer más fiestas juntos.

Burrito, mientras se acomodaba en su establo, pensó en lo maravilloso que había sido el día. A veces, la mejor forma de alegrar a alguien es compartir un poco de amor y amistad. Y así, con una sonrisa en su rostro, se quedó dormido, soñando con nuevas aventuras.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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