La gallina que quería cantar

En una granja soleada, donde el sol brillaba y las flores danzaban con el viento, vivía una gallina llamada Clara. Clara era una gallina muy especial, porque tenía un sueño: ¡quería cantar! Pero había un pequeño problema: nunca había cantado antes.

Cada mañana, Clara se despertaba con el canto de los gallos. “¡Cocorocó! ¡Cocorocó!” resonaba en toda la granja. Clara escuchaba y se decía a sí misma: “Un día, yo también cantaré así”.

Un día, mientras paseaba por el corral, Clara se encontró con su amiga María, la vaca. María estaba comiendo hierba fresca y, al ver a Clara, le preguntó:

—¿Qué te pasa, Clara? Pareces un poco triste.

—Quiero cantar como los gallos, pero no sé si puedo —respondió Clara con un suspiro.

María, que era muy sabia, le dijo:

—¡Oh, Clara! Todos tienen un talento especial. Tal vez tú solo necesitas intentarlo.

Clara se sintió un poco más animada. Así que decidió que ese día, después de comer, intentaría cantar. Pero, ¿dónde podría practicar?

Mientras pensaba, vio a Paco, el pato, chapoteando en el estanque. Clara se acercó y le preguntó:

—Paco, ¿me ayudarías a practicar mi canto?

—¡Claro! —respondió Paco, moviendo sus alas—. ¿Qué tal si lo intentas ahora?

Clara respiró hondo y, con un poco de nervios, comenzó a cantar:

¡Cocorocó!

Pero en lugar de un hermoso canto, sonó más como un “¡Cocorocó! ¡Cocorocó!” muy desafinado.

Paco se rió y dijo:

—¡Eso fue divertido, Clara! Pero creo que necesitas un poco más de práctica.

Clara se sintió un poco triste, pero no se rindió.

Al día siguiente, decidió que iría a ver a Don Ramón, el gallo, que siempre cantaba con mucha fuerza. Cuando llegó, le dijo:

—Don Ramón, ¿puedo aprender a cantar como tú?

Don Ramón, con su pluma brillante y su porte orgulloso, sonrió y respondió:

—¡Por supuesto, Clara! Pero recuerda, la clave está en creer en ti misma.

Clara asintió y comenzó a practicar. “Cocorocó, cocorocó”. Al principio, sonaba un poco raro, pero con cada intento, su voz se hacía más fuerte y clara.

Pasaron los días y Clara seguía practicando. Un día, mientras estaba en el corral, escuchó a los animales murmurar:

—¿Qué es ese sonido tan bonito?

Clara se asomó y vio a todos los animales reunidos, escuchándola cantar. Se sintió emocionada y decidió que era el momento de dar todo lo que tenía.

—¡Voy a cantar para todos! —anunció Clara, llena de energía.

Y comenzó a cantar con todo su corazón:

Cocorocó, cocorocó, la granja es un lugar de amor.
Cocorocó, cocorocó, ven a jugar y a soñar.

Los animales se quedaron en silencio, asombrados por la hermosa voz de Clara. Cuando terminó, todos aplaudieron y gritaron:

—¡Bravo, Clara! ¡Eres increíble!

Clara sonrió, sintiéndose más feliz que nunca. Se dio cuenta de que su canto podía alegrar a los demás.

Al día siguiente, Clara decidió organizar un concierto en la granja. Invitó a todos los animales y preparó una gran fiesta. Cuando llegó el día, el corral estaba lleno de amigos emocionados.

—¡Bienvenidos a mi concierto! —dijo Clara, con una gran sonrisa.

Comenzó a cantar de nuevo, y esta vez, todos los animales se unieron a ella. La vaca, el pato, los cerdos y hasta los gallos comenzaron a cantar juntos. Era un festival de música y alegría.

—¡Cocorocó, cocorocó, juntos hacemos un gran show! —cantaron todos al unísono.

Desde ese día, Clara no solo aprendió a cantar, sino que también descubrió que su voz podía iluminar el día de los demás. La granja se llenó de risas y melodías, y Clara se convirtió en la estrella del corral.

Y así, cada mañana, Clara se despertaba con una sonrisa, lista para cantar y hacer felices a todos sus amigos.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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