Era un día soleado en la granja de la vaca Lola. Los animales estaban muy emocionados porque se iba a celebrar la gran carrera del granero. Todos los amigos de Lola estaban listos para participar: la oveja Loli, la gallina Lili, el mono Lolo, la cabra Lulú, el caballo Lalo, el pato Lilo y el cerdito Lulo.
—¡Hola, amigos! —saludó Lola con su voz melodiosa—. ¿Estáis listos para la carrera?
—¡Sí! —gritaron todos al unísono.
Lola miró hacia el cielo y vio un hermoso arcoíris que brillaba con colores vibrantes. Se preguntó si el arcoíris los llevaría a un lugar mágico.
—¿Qué tal si seguimos el arcoíris después de la carrera? —sugirió Loli, moviendo su suave lana.
—¡Eso suena genial! —exclamó Lalo, que estaba muy emocionado—. ¡Primero la carrera y luego la aventura!
Los animales se alinearon en la línea de salida. El granjero Paco dio la señal.
—¡Preparados, listos, ya! —gritó.
Y la carrera comenzó. Todos corrían tan rápido como podían. Lolo saltaba de rama en rama, mientras Lili volaba alto en el cielo. Lulú, con su energía inagotable, brincaba de un lado a otro.
—¡Vamos, Lalo! —animó Lili—. ¡Eres el más rápido!
—¡Gracias, Lili! —respondió Lalo, con su melena ondeando al viento—. ¡Voy a darlo todo!
Mientras corrían, Lulo, el cerdito, tropezó y cayó en un charco de barro. Todos se detuvieron, preocupados.
—¡Oh, Lulo! —dijo Loli, corriendo hacia él—. ¿Estás bien?
—Sí, solo un poco sucio —rió Lulo, revolcándose en el barro—. ¡Esto es divertido!
Los amigos comenzaron a reírse y, en un instante, Lalo decidió que era un buen momento para hacer una pausa.
—¡Vamos a ayudar a Lulo! —dijo Lalo—. ¡Es mejor correr juntos!
Así que todos se unieron y ayudaron a Lulo a levantarse. Después de un pequeño descanso, continuaron la carrera, pero ahora se sentían más unidos que nunca.
—¡Miren el arcoíris! —gritó Lili, señalando hacia el cielo—. ¡Está más cerca!
—¡Rápido! —exclamó Lulú—. ¡No podemos dejar que se nos escape!
Los animales corrieron hacia el arcoíris, dejando atrás la carrera. Cuando llegaron, se encontraron con un lugar mágico lleno de flores de colores y un río que brillaba como si tuviera estrellas.
—¡Es precioso! —dijo Lola, maravillada.
—¡Mirad! —gritó Lolo—. ¡Hay un puente de colores!
Los amigos cruzaron el puente y se sintieron como si estuvieran en un cuento de hadas. Pero lo más especial era que estaban juntos, riendo y disfrutando de la compañía.
—¿Sabéis qué? —dijo Lili—. La carrera no importa tanto como estar aquí con vosotros.
—¡Exacto! —asintió Lalo—. La verdadera magia está en la amistad.
—Sí, y en compartir momentos divertidos —añadió Loli, sonriendo.
Los amigos decidieron que, aunque no habían llegado primeros en la carrera, habían ganado algo mucho más valioso: un día lleno de aventuras y risas.
—Vamos a regresar a la granja para hablar a todos sobre el arcoíris —sugirió Lolo—. ¡Seguro que querrán venir!
Los amigos regresaron a la granja, felices y emocionados. Sabían que siempre habría nuevas aventuras esperándolos, siempre juntos y siempre amigos.
Y desde ese día, cada vez que veían un arcoíris, recordaban que la verdadera magia estaba en la amistad y en los momentos compartidos.
Fin.