La Llave Mágica de la Cueva Prohibida

Era un día soleado en el pequeño pueblo de Villaverde, y el joven Lucas, con su espíritu aventurero, decidió explorar el bosque que se extendía más allá de su casa. Mientras caminaba entre los árboles, algo brillante llamó su atención. Se agachó y, para su sorpresa, encontró una llave dorada con extraños grabados.

“¿Qué será esto?” murmuró Lucas, sosteniendo la llave contra la luz del sol. “Quizás abra un tesoro escondido.”

Con la emoción palpitando en su pecho, decidió seguir su instinto. La llave parecía vibrar en su mano, como si tuviera vida propia. Continuó su camino hasta que llegó a una entrada oscura en la ladera de una montaña. Un letrero desgastado decía: Cueva Prohibida: No Entrar.

“Esto se pone interesante,” dijo Lucas, sonriendo. “¿Quién puede resistirse a una cueva prohibida?”

Sin pensarlo dos veces, se adentró en la cueva. La oscuridad lo envolvió, pero la llave en su mano comenzó a brillar, iluminando el camino frente a él. A medida que avanzaba, escuchó un eco lejano, como si la cueva estuviera viva.

“¿Hola? ¿Hay alguien ahí?” preguntó, su voz resonando en las paredes.

De repente, una figura apareció ante él. Era un anciano con una larga barba blanca y ojos brillantes. “Bienvenido, joven aventurero. Soy el guardián de la cueva. Solo aquellos que poseen la llave pueden entrar.”

“Yo… yo la encontré en el bosque,” respondió Lucas, un poco nervioso. “¿Qué hay aquí dentro?”

“Esta cueva es un lugar de enigmas y tesoros. Pero cuidado, no todo lo que brilla es oro. Debes resolver tres acertijos para acceder a los tesoros,” dijo el anciano, sonriendo enigmáticamente.

Lucas asintió, sintiéndose más emocionado que asustado. “Estoy listo. ¿Cuál es el primer acertijo?”

El anciano levantó una mano y, de repente, una luz iluminó una pared de la cueva, revelando inscripciones antiguas. “Escucha con atención: En el agua me encuentro, pero no soy un pez. Sin embargo, si me sacas, mi vida se irá. ¿Qué soy?

“Eso es fácil,” dijo Lucas, pensando en su arroyo favorito. “¡Eres un pez!”

“Incorrecto,” dijo el anciano, con una sonrisa. “Piensa de nuevo.”

Lucas frunció el ceño, reflexionando. “¡Ya sé! ¡Eres un reflejo!”

“Correcto,” dijo el anciano, asintiendo. “Has pasado la primera prueba. Ahora, el segundo acertijo: Cuanto más quitas, más grande se vuelve. ¿Qué es?

Lucas se quedó en silencio, mordiéndose el labio. Después de un momento, exclamó: “¡Es un agujero!”

“Impresionante, joven. Has superado el segundo reto. Ahora, el último: No tiene boca, pero puede hablar. No tiene piernas, pero puede correr. ¿Qué es?

Lucas se rasguñó la cabeza, sintiendo la presión. “¿Es… es el viento?”

El anciano aplaudió. “¡Bien hecho! Has resuelto los tres acertijos. Ahora, la puerta del tesoro se abrirá.”

Con un gesto de su mano, el anciano hizo que una pared de roca se deslizara, revelando un vasto salón lleno de oro, joyas y artefactos antiguos. Lucas no podía creer lo que veía.

“Recuerda, joven. La verdadera riqueza no está en el oro, sino en las experiencias y las lecciones aprendidas,” dijo el anciano. “Lleva contigo solo lo que tu corazón considere valioso.”

Lucas miró alrededor, sintiendo una mezcla de asombro y gratitud. “Gracias, viejo amigo. Prometo recordar tus palabras.”

Con la llave en el bolsillo y una sonrisa en el rostro, Lucas salió de la cueva, listo para contar su historia y compartir su nueva sabiduría con el mundo.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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