La siesta del koala viajero

Era un hermoso día en el bosque de eucaliptos. El sol brillaba y los pájaros cantaban alegres. En una de las ramas más altas de un árbol, vivía un pequeño koala llamado Koko. Koko era un koala curioso y aventurero. Siempre soñaba con encontrar el lugar perfecto para tomar su siesta.

Un día, mientras miraba el cielo azul, Koko pensó: “¡Hoy es el día! Voy a buscar el sueño perfecto.” Así que, con su mochila llena de hojas de eucalipto, se despidió de su árbol.

—¡Adiós, árbol querido! —gritó Koko—. ¡Volveré pronto!

Koko caminó por el bosque y llegó a un árbol muy grande. Era el árbol de su amigo, el loro Lolo.

—¡Hola, Koko! —dijo Lolo, revoloteando—. ¿A dónde vas?

—Voy a buscar el sueño perfecto —respondió Koko, emocionado—. ¡Quiero dormir como un rey!

—¿Puedo acompañarte? —preguntó Lolo, con sus plumas brillando.

—¡Claro! —dijo Koko—. ¡Cuantos más seamos, mejor!

Juntos, Koko y Lolo viajaron a un árbol de mango, donde el aire era dulce y fresco.

—Este lugar es bonito, ¿verdad? —dijo Lolo mientras miraba a su alrededor.

—Sí, pero creo que aquí no es el lugar perfecto para una siesta —respondió Koko, estirándose—. No puedo dejar de pensar en las deliciosas mangos.

—¡Tienes razón! —exclamó Lolo—. ¡Vamos a seguir buscando!

Así que continuaron su camino y llegaron a un árbol de baobab. Era un árbol enorme y muy raro.

—Mira qué grande es este árbol —dijo Koko, mirando hacia arriba—. ¡Podríamos dormir aquí!

Koko se acomodó en una rama ancha y cerró los ojos. Pero al poco tiempo, un grupo de ardillas empezó a jugar cerca.

—¡Rápido, atrapa la nuez! —gritaban las ardillas, corriendo de un lado a otro.

—No puedo dormir con tanto ruido —se quejó Koko, abriendo un ojo.

—¡Sigamos buscando! —sugirió Lolo, volando sobre su cabeza.

Después de un largo rato, llegaron a un hermoso lago rodeado de flores.

—¡Qué lugar tan bonito! —dijo Koko, sintiendo el aroma de las flores.

—Sí, pero… —empezó Lolo.

—¿Pero qué? —preguntó Koko, curioso.

—No hay árboles aquí. Solo flores —respondió Lolo, un poco triste.

Koko suspiró y dijo: “Parece que nunca encontraré el sueño perfecto.” Pero no se rindió. Juntos, siguieron buscando.

Finalmente, cuando el sol comenzaba a esconderse, llegaron a un pequeño claro. Allí había un árbol pequeño pero acogedor.

—Mira, Koko, ¡este árbol es perfecto! —dijo Lolo, emocionado.

Koko se acercó y tocó la corteza del árbol con su patita. “Es suave y acogedor,” pensó. Se subió a una rama y se acomodó.

—¡Es el lugar ideal! —dijo Koko, cerrando los ojos.

Pero justo cuando estaba a punto de quedarse dormido, sintió algo en su corazón. “No puedo dejar de pensar en mi árbol.”

—Lolo, ¿tú crees que el sueño perfecto está aquí? —preguntó Koko, abriendo un ojo.

—Este lugar es muy bonito, pero… —dijo Lolo—. ¿No extrañas tu hogar?

Koko se quedó pensando. “Extraño mi árbol, mis hojas de eucalipto y el canto de los pájaros.”

—Tienes razón, Lolo. “El hogar es donde está el corazón.”

—¡Exactamente! —dijo Lolo, sonriendo—. Vamos a volver.

Koko se sintió feliz al escuchar esas palabras. Así que, con su amigo Lolo volando a su lado, regresaron por el bosque. Al llegar a su árbol, Koko se sintió aliviado.

—¡Hola, árbol querido! —gritó Koko, abrazando la corteza con sus patitas.

—¡Bienvenido de vuelta, Koko! —respondió el árbol, meciéndose suavemente con el viento.

Koko se acomodó en su rama favorita y cerró los ojos. Esta vez, estaba listo para soñar. “He encontrado el sueño perfecto,” pensó mientras se dejaba llevar por el suave vaivén del árbol.

Y así, Koko se durmió profundamente, sabiendo que el mejor lugar para una siesta siempre sería su hogar, rodeado de amor y amigos.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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