Era un hermoso día en la granja de la vaca Lola. El sol brillaba en el cielo y las flores bailaban al ritmo del viento. Lola, con su piel blanca y manchas negras, estaba pastando tranquilamente cuando, de repente, vio algo increíble.
“¡Mira, mira!” exclamó Lola, levantando la cabeza. “¡Hay un arcoíris en el cielo!”
Sus amigos, la oveja Loli, la gallina Lili, el mono Lolo, la cabra Lulú, el caballo Lalo, el pato Lilo y el cerdito Lulo, se acercaron rápidamente.
“¡Es hermoso!” dijo Loli, con sus suaves lanas brillando al sol. “¿De dónde crees que viene?”
“No lo sé, pero parece que toca el suelo cerca del estanque,” respondió Lola, emocionada. “¡Deberíamos seguirlo!”
“¡Sí!” gritaron todos al unísono. Así que comenzaron a caminar hacia el estanque, riendo y jugando en el camino.
Mientras avanzaban, Lili, la gallina, empezó a cantar una canción alegre. “🎶 En la granja hay un arcoíris, ven a verlo, ven a verlo, todos juntos en un viaje, ven a verlo, ven a verlo. 🎶”
“¡Qué bonita canción, Lili!” aplaudió Lalo, el caballo, que siempre disfrutaba de la música. “¿Qué crees que encontraremos al final del arcoíris?”
“Tal vez un tesoro,” sugirió Lulú, la cabra, saltando de emoción. “¡O un lugar mágico!”
“¡O un montón de comida deliciosa!” añadió Lulo, el cerdito, relamiéndose los labios. Todos se rieron y continuaron su camino.
Al llegar al estanque, el arcoíris parecía brillar más que nunca. “¡Miren, amigos!” dijo Lolo, el mono, señalando. “¡El arcoíris toca el agua!”
“¿Qué pasará si lo tocamos?” preguntó Lili, curiosa.
“¡Vamos a averiguarlo!” exclamó Lola, y con un salto, se acercó al borde del estanque. Sus amigos la siguieron, llenos de emoción.
Cuando todos tocaron el agua, sucedió algo mágico. El arcoíris comenzó a brillar aún más, y una suave brisa los envolvió. “¡Wow!” gritaron todos, sorprendidos.
“¡Esto es increíble!” dijo Lalo, mientras miraba el reflejo de los colores en el agua. “¡Nunca había visto algo así!”
“¿Creen que el arcoíris nos llevará a un lugar especial?” preguntó Lulú, con los ojos llenos de asombro.
“¡Sí! ¡Sigámoslo!” dijo Lola, llena de entusiasmo. Así que, con el arcoíris guiándolos, comenzaron a caminar alrededor del estanque.
Mientras seguían el camino de colores, comenzaron a notar algo sorprendente. “¡Miren!” gritó Lili. “¡Las flores están cantando!”
“¡Y los árboles también!” añadió Lolo, saltando de rama en rama.
“Esto es mágico, de verdad,” dijo Loli, sonriendo. “¡La naturaleza es fantástica!”
De repente, llegaron a un claro lleno de flores de todos los colores. “¡Es hermoso!” exclamó Lalo, admirando el paisaje. “¿Qué haremos aquí?”
“Podemos jugar y bailar,” sugirió Lulú. “¡Es un lugar perfecto para hacer una fiesta!”
“¡Sí! ¡Una fiesta del arcoíris!” gritaron todos, llenos de alegría. Así que comenzaron a bailar y a jugar, riendo y disfrutando de la compañía de cada uno.
Mientras todos se divertían, Lola miró a sus amigos y sonrió. “¿Saben qué? El arcoíris nos ha traído aquí, pero la verdadera magia está en nosotros, en nuestra amistad.”
“¡Exacto!” dijo Lili, picoteando unas semillas. “No importa dónde vayamos, siempre estaremos juntos.”
“¡Y siempre habrá diversión!” agregó Lolo, haciendo piruetas en el aire.
Así, rodeados de colores brillantes y risas, la vaca Lola y sus amigos aprendieron que la verdadera magia no era solo el arcoíris, sino los momentos que compartían juntos.
Al final del día, cuando el sol comenzó a ocultarse, el arcoíris empezó a desvanecerse lentamente. Pero a Lola no le importó. Sabía que siempre llevaría esa magia en su corazón, junto a sus amigos.
“¡Hasta la próxima aventura!” dijeron todos, despidiéndose del arcoíris, mientras regresaban a la granja, felices y llenos de recuerdos.
Y así, la vaca Lola y sus amigos vivieron felices, sabiendo que la amistad es el tesoro más grande de todos.