Era una noche estrellada en el bosque, y los pequeños zorros, Lila y Bruno, estaban muy emocionados. Su mamá, la sabia zorra Rosa, les había contado sobre una estrella fugaz que aparecía una vez al año. “Si ves una estrella fugaz, puedes pedir un deseo,” dijo Rosa con una sonrisa.
Lila, con sus ojos brillantes, preguntó: “¿Qué deseo pedirías, mamá?”
Rosa pensó un momento y respondió: “Desearía que siempre estuviéramos juntos como familia.” Bruno, que siempre tenía muchas ideas, saltó y dijo: “¡Yo quiero un montón de deliciosos bocadillos!”
Esa noche, mientras el cielo se oscurecía, los tres zorros se acurrucaron bajo un árbol grande y esperaron a que la estrella fugaz apareciera. Lila miraba al cielo con mucha atención. “¡Mira! ¡Allí está!” gritó de repente.
Bruno miró también y vio cómo una brillante estrella cruzaba el cielo. “¡Vamos a seguirla!” exclamó. Sin pensarlo dos veces, los tres zorros comenzaron a correr, saltando entre los arbustos y las flores.
“¡Rápido, no la perdamos!” gritó Lila, mientras sus patitas se movían rápidamente.
“¿Dónde crees que nos llevará?” preguntó Rosa, corriendo detrás de sus pequeños.
“¡A un lugar mágico, seguro!” respondió Bruno, emocionado.
Corrieron y corrieron, siguiendo el brillo de la estrella. Pasaron junto al río, donde las luciérnagas iluminaban el camino. “¡Qué bonito es el bosque de noche!” dijo Lila, mirando a su alrededor.
Finalmente, después de un largo rato, llegaron a un claro. Allí, la estrella fugaz se detuvo y comenzó a brillar aún más. “¡Mira, está justo enfrente de nosotros!” dijo Bruno, saltando de alegría.
La estrella, con una voz suave como el viento, dijo: “Hola, pequeños zorros. He escuchado sus deseos. ¿Qué quieren pedir?”
Lila, un poco nerviosa, se acercó y dijo: “Yo quiero tener un deseo especial, pero no sé cuál…”
“¿Y tú, Bruno?” preguntó Rosa.
Bruno, aún emocionado, dijo: “¡Quiero un montón de bocadillos!”
La estrella sonrió y dijo: “Pueden pedir lo que deseen, pero piensen bien en lo que realmente quieren.”
Lila miró a su mamá y luego a Bruno. “Yo solo quiero que siempre estemos juntos. Eso es lo más importante.”
Bruno, al escuchar a su hermana, se detuvo y pensó. “Tienes razón, Lila. ¡Yo también quiero eso! ¡Quiero que siempre estemos juntos!”
La estrella fugaz brilló aún más y dijo: “Entonces, su deseo se hará realidad. El amor familiar es el mayor regalo.”
Con un destello brillante, la estrella desapareció en el cielo, dejando una estela de luz. Lila y Bruno se miraron, llenos de alegría. “¡Lo logramos!” gritaron al unísono.
Rosa, con una sonrisa en su rostro, abrazó a sus pequeños zorros. “Siempre estaremos juntos, no importa lo que pase. El amor que compartimos es lo más valioso.”
“¿Y qué hay de los bocadillos?” preguntó Bruno, con un guiño.
Rosa se rió y dijo: “Podemos hacer un picnic en casa con deliciosos bocadillos, solo porque estamos juntos.”
Los tres zorros regresaron a su hogar, riendo y contando historias sobre su aventura. Esa noche, mientras se acurrucaban juntos, Lila susurró: “Mamá, ¿puedes contarme otra vez sobre la estrella fugaz?”
Rosa sonrió y comenzó a contarles la historia de la estrella fugaz que cumplía deseos. “Había una vez una estrella que viajaba por el cielo…”
Los pequeños zorros cerraron los ojos, imaginando la mágica aventura, sabiendo que el verdadero deseo ya se había cumplido: la familia siempre estaría unida.
Y así, en el corazón del bosque, bajo un manto de estrellas, los zorros se durmieron, soñando con nuevas aventuras y el amor que compartían. Fin.