Noche de Insomnio en la Ciudad Dormida

Era una noche como cualquier otra en la Ciudad Dormida. Las calles estaban desiertas, las luces de las casas apagadas y el silencio reinaba en cada rincón. Todos los habitantes de la ciudad estaban profundamente dormidos, excepto uno: Martín, un joven insomne que no podía conciliar el sueño.

Martín había intentado todas las técnicas posibles para dormir: contar ovejas, tomar infusiones relajantes, incluso escuchar música suave, pero nada parecía funcionar. Se revolvía en la cama una y otra vez, con la mirada perdida en el techo de su habitación.

¿Por qué no puedo dormir?, se preguntaba Martín, frustrado. ¿Por qué soy el único despierto en esta ciudad?

Decidió levantarse y dar un paseo por las calles desiertas en un intento de calmar su mente inquieta. Mientras caminaba, notó algo extraño en el ambiente. Había un silencio inusual, como si la ciudad entera estuviera conteniendo la respiración.

De repente, Martín escuchó voces susurrantes que provenían de un callejón oscuro. Se acercó con cautela y vio a un grupo de personas encapuchadas reunidas alrededor de una extraña máquina. Estaban hablando en un idioma desconocido, con gestos nerviosos y miradas furtivas.

¿Qué está pasando aquí?, se preguntó Martín, intrigado.

Sin pensarlo dos veces, se escondió detrás de un contenedor de basura y escuchó atentamente la conversación de los encapuchados.

  • ¿Estás seguro de que esto funcionará? -preguntó uno de ellos, con voz temblorosa.

  • No hay vuelta atrás. Ya es demasiado tarde para detenernos -respondió otro, con determinación.

Martín sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Qué estaban tramando esas personas en plena noche? ¿Por qué actuaban con tanta clandestinidad?

Decidió seguir a los encapuchados, manteniéndose oculto en las sombras. Los vio dirigirse hacia el centro de la ciudad, donde se encontraba el edificio más imponente: la Torre de los Sueños, un lugar misterioso que nadie se atrevía a visitar.

Los encapuchados entraron en la Torre de los Sueños sin ser vistos, dejando la puerta entreabierta. Martín aprovechó la oportunidad y se deslizó sigilosamente dentro del edificio.

Lo que vio en su interior lo dejó sin aliento. La Torre de los Sueños estaba llena de extrañas máquinas y dispositivos que emitían luces parpadeantes y zumbidos inquietantes. En el centro de la sala, había una enorme pantalla que mostraba imágenes perturbadoras: la ciudad en ruinas, envuelta en llamas y caos.

¿Qué es esto?, se preguntó Martín, horrorizado.

En ese momento, los encapuchados lo descubrieron y lo rodearon, con expresiones de furia en sus rostros.

  • ¡Nos has seguido hasta aquí! -gritó uno de ellos, señalando a Martín con el dedo acusador.

  • No sabes en lo que te has metido, intruso -dijo otro, con voz amenazante.

Martín se sintió acorralado, pero su curiosidad era más fuerte que el miedo. Quería saber qué planeaban esos individuos y por qué estaban dispuestos a destruir la ciudad.

  • ¿Qué están haciendo aquí? -preguntó Martín, con valentía.

Los encapuchados intercambiaron miradas cómplices y finalmente uno de ellos habló.

  • Estamos cansados de esta ciudad dormida, de esta realidad monótona y sin sentido. Queremos despertar a todos y liberarnos de esta prisión de sueños -explicó, con fervor.

Martín comprendió entonces la magnitud de la conspiración en la que se había involucrado. Aquellos individuos estaban dispuestos a sacrificarlo todo por cambiar su destino, por romper las cadenas de la rutina y la pasividad.

  • No podéis hacer esto. La ciudad no sobrevivirá a vuestra locura -advirtió Martín, con firmeza.

Los encapuchados se rieron con desdén y continuaron con sus preparativos. Martín sabía que no podía detenerlos por sí solo, pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras la Ciudad Dormida estaba en peligro.

Decidió actuar con rapidez y astucia. Buscó entre las máquinas de la Torre de los Sueños y encontró un interruptor que parecía controlar el funcionamiento de todas ellas. Sin dudarlo, lo accionó y las luces parpadeantes se apagaron, los zumbidos cesaron y la pantalla mostrando la destrucción desapareció.

Los encapuchados miraron a Martín con furia, pero antes de que pudieran reaccionar, la policía irrumpió en la Torre de los Sueños y los detuvo a todos.

  • ¡Habéis sido descubiertos! -exclamó el jefe de policía, esposando a los conspiradores.

Martín se sintió aliviado al ver que la ciudad estaba a salvo, que la conspiración había sido frustrada gracias a su valentía y determinación.

  • Gracias por tu valentía, joven. Has salvado a la Ciudad Dormida de un destino terrible -dijo el jefe de policía, dirigiéndose a Martín con admiración.

Y así, en aquella noche de insomnio, Martín se convirtió en el héroe de la Ciudad Dormida, en el guardián de los sueños y la realidad. Y aunque nunca más volvió a conciliar el sueño con facilidad, supo que su vigilia había servido para algo más grande, para proteger a aquellos que dormían en la oscuridad.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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