Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Luna que le encantaba pasear por el mercado todos los sábados por la mañana. Un día, mientras caminaba entre los puestos de frutas y verduras, Luna vio algo brillando en un rincón. Se acercó curiosa y descubrió que era una escoba muy especial, ¡una escoba mágica!
Luna no podía creer su suerte, ¡una escoba mágica perdida en el mercado! Sin pensarlo dos veces, agarró la escoba y salió corriendo hacia su casa. Al llegar, Luna decidió probar si la escoba realmente era mágica. Se subió en ella y dijo con emoción: «¡Escoba, llévame a volar alto por los cielos!»
Y de repente, la escoba comenzó a elevarse en el aire con Luna montada en ella. ¡Era increíble! Luna volaba por encima de los tejados del pueblo, sintiendo el viento en su rostro y viendo todo desde las alturas. Pero de repente, la escoba dio un brinco y Luna cayó al suelo. La escoba había perdido su magia.
Luna se puso triste, ¿cómo iba a arreglar la escoba mágica perdida? Decidió ir a ver a la única persona que podía ayudarla: la bruja del bosque. Luna se adentró en el bosque, siguiendo el camino de piedras brillantes que la llevaría hasta la casa de la bruja.
Al llegar, la bruja la recibió con una sonrisa en su rostro arrugado. «¿Qué te trae por aquí, pequeña Luna?» preguntó la bruja con curiosidad. Luna le contó lo sucedido con la escoba mágica y la bruja asintió con comprensión. «La magia de la escoba se ha perdido, pero hay una manera de recuperarla», dijo la bruja enigmáticamente.
La bruja le explicó a Luna que debía encontrar tres ingredientes especiales para preparar una poción mágica que devolvería la magia a la escoba. Luna aceptó el desafío y se puso en marcha. Primero, tuvo que buscar una pluma de cuervo en lo alto de la montaña más alta. Después, una gota de rocío de la flor más rara del bosque encantado. Y por último, un pelo de unicornio que solo podía obtener en la cueva más oscura.
Después de muchas aventuras y obstáculos, Luna logró encontrar los tres ingredientes y regresó a la casa de la bruja. La bruja preparó la poción mágica y la vertió sobre la escoba. ¡Y de repente, la escoba comenzó a brillar con una luz intensa!
Luna se subió en la escoba y esta vez, sin dudarlo, volvió a pedir: «¡Escoba, llévame a volar alto por los cielos!» Y la escoba respondió a su llamado, elevándose en el aire con Luna montada en ella. Esta vez, la magia permaneció y Luna pudo disfrutar de increíbles aventuras volando por los cielos.
Desde ese día, Luna y su escoba mágica se convirtieron en inseparables compañeras de aventuras, explorando juntas los rincones más lejanos del mundo y viviendo emocionantes experiencias. Y todo gracias a la valentía y determinación de Luna para recuperar la magia perdida.