El Río de los Recuerdos

Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y árboles frondosos, un anciano pescador llamado Don Ramón. Don Ramón vivía en una casita de madera junto al río, un río que solía ser cristalino y lleno de vida. Pero con el tiempo, el río se había vuelto oscuro y triste debido a la contaminación.

Una tarde soleada, su nieto Pedro fue a visitarlo. Pedro tenía seis años y le encantaba escuchar las historias de su abuelo. Se sentaron juntos en el porche, y Pedro preguntó:

—Abuelo, ¿por qué el río está tan sucio?

Don Ramón suspiró y miró el río con nostalgia.

—Pedro, este río no siempre fue así. Hace muchos años, cuando yo era joven, el río era tan claro que podías ver los peces nadando y las piedras en el fondo. Era un lugar mágico, lleno de recuerdos y aventuras.

Pedro abrió los ojos con asombro.

—¡Cuéntame más, abuelo!

Don Ramón sonrió y comenzó su relato.

—Había una vez un pez dorado llamado Dorito que vivía en este río. Dorito era muy curioso y le gustaba explorar cada rincón. Un día, mientras nadaba cerca de la orilla, escuchó a los árboles susurrar. Los árboles le contaron que el río estaba en peligro porque la gente del pueblo estaba tirando basura y contaminando el agua.

Pedro frunció el ceño.

—¡Eso es muy malo, abuelo!

—Sí, Pedro. Dorito estaba muy preocupado, así que decidió hablar con los demás animales del río. Reunió a las ranas, los patos y los castores y les contó lo que había escuchado. Todos estaban de acuerdo en que debían hacer algo para salvar su hogar.

Pedro preguntó con entusiasmo:

—¿Y qué hicieron, abuelo?

—Dorito tuvo una idea brillante. Decidieron organizar una gran limpieza del río. Cada animal tenía una tarea especial. Las ranas recolectaron la basura flotante, los patos llevaron la basura a la orilla y los castores construyeron una presa para detener la contaminación.

Pedro aplaudió emocionado.

—¡Qué gran idea, Dorito!

—Sí, Pedro. Pero no fue fácil. Los animales trabajaron muy duro durante muchos días. Al principio, parecía que no había fin a la basura, pero poco a poco, el río comenzó a verse más limpio. La gente del pueblo vio el esfuerzo de los animales y se sintieron avergonzados por lo que habían hecho. Decidieron unirse a la limpieza y prometieron cuidar mejor del río.

Pedro sonrió.

—¡Me alegra que todos ayudaran!

Don Ramón asintió.

—Sí, Pedro. Gracias al esfuerzo de todos, el río volvió a ser cristalino y lleno de vida. Dorito y sus amigos estaban muy felices. Y así, el río se convirtió en un lugar lleno de recuerdos felices y aventuras.

Pedro miró el río y dijo:

—Abuelo, ¿podemos hacer algo para ayudar al río ahora?

Don Ramón sonrió y acarició la cabeza de su nieto.

—Claro que sí, Pedro. Podemos empezar por no tirar basura y enseñar a los demás a cuidar nuestro río. Si todos ponemos de nuestra parte, podemos devolverle su brillo y alegría.

Pedro se levantó decidido.

—¡Vamos a hacerlo, abuelo!

Y así, abuelo y nieto comenzaron su propia aventura para salvar el río. Con el tiempo, más personas del pueblo se unieron a ellos. Poco a poco, el río comenzó a recuperar su belleza y los peces volvieron a nadar felices en sus aguas.

Don Ramón y Pedro siguieron trabajando juntos, creando nuevos recuerdos y enseñando a todos la importancia de cuidar el medio ambiente. Y el río, agradecido, les devolvía su esfuerzo con su belleza y su vida.

Fin.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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