Era un hermoso día en el valle de los dinosaurios. Dino, un iguanodonte curioso y aventurero, decidió explorar un lugar nuevo. ¡Había oído hablar de un Bosque Encantado donde todo brillaba y hasta los árboles hablaban!
Mientras caminaba, Dino se encontró con su amiga Tina, la pequeña triceratops.
—¡Hola, Dino! ¿A dónde vas? —preguntó Tina, moviendo su cola emocionada.
—¡Voy a explorar el Bosque Encantado! —respondió Dino, con ojos brillantes.
—¡Yo quiero ir contigo! —dijo Tina, saltando de alegría.
Así que juntos, Dino y Tina se adentraron en el bosque. Al entrar, todo a su alrededor comenzó a brillar. Las hojas de los árboles eran de colores: rojo, azul, amarillo y verde.
—¡Mira, Tina! —exclamó Dino—. ¡Es como un arcoíris!
De repente, un árbol grande y sabio habló.
—¡Bienvenidos, pequeños dinosaurios! Soy el Árbol de los Sueños. ¿Qué desean encontrar en este bosque mágico?
Tina, sorprendida, miró a Dino.
—¡Queremos una aventura! —gritó Dino.
—Entonces, deben resolver un acertijo para salir de aquí —dijo el árbol, sonriendo.
—¡Oh, un acertijo! —dijo Tina, emocionada—. ¿Cuál es?
El árbol dijo:
—Soy ligero como una pluma, pero no puedes sostenerme. ¿Qué soy?
Dino y Tina se miraron, pensando.
—Hmm… —dijo Dino—. ¿Puede ser… el aire?
—¡Sí! —gritó Tina—. ¡Es el aire!
El árbol sonrió aún más.
—¡Bien hecho! Pero hay más por venir. Para seguir, deben encontrar a su amigo Ricky, el pequeño velociraptor. Él les dará la siguiente pista.
Dino y Tina se pusieron en marcha. Cruzaron ríos brillantes y saltaron sobre piedras que cantaban. Finalmente, encontraron a Ricky, que estaba jugando con mariposas de colores.
—¡Ricky! —gritaron juntos—. ¡Necesitamos tu ayuda!
—¿Qué pasa, amigos? —preguntó Ricky, emocionado.
—El Árbol de los Sueños nos envió a buscarte. Necesitamos resolver otro acertijo para salir del bosque —explicó Dino.
—¡Genial! —dijo Ricky—. Estoy listo.
Ricky les dijo el acertijo:
—Blanco como la nieve, suave como un abrazo, siempre está en el cielo, pero nunca lo tocas. ¿Qué es?
Dino pensó y pensó.
—¡Ya sé! —dijo—. ¡Es la nube!
—¡Correcto! —exclamó Ricky, dando saltos de alegría—. ¡Vamos a salir de aquí!
Los tres amigos se dirigieron de nuevo al Árbol de los Sueños.
—Han resuelto mis acertijos, ¡bien hecho! —dijo el árbol—. Ahora, para salir, deben dar un abrazo a este árbol y desear volver a ver el bosque.
Dino, Tina y Ricky se abrazaron al árbol y dijeron al unísono:
—¡Queremos volver a ver el Bosque Encantado!
De repente, todo brilló aún más y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron de vuelta en su hogar, en el valle.
—¡Fue la mejor aventura! —dijo Tina, saltando de felicidad.
—Sí, ¡y volveremos! —prometió Dino, sonriendo.
Y así, Dino y sus amigos aprendieron que con un poco de trabajo en equipo y mucha diversión, ¡cualquier aventura es posible!
