El Amigo Gigante del Pterosaurio

Era una mañana soleada en la jungla prehistórica. Los árboles eran altos, las flores brillaban como joyas y el aire estaba lleno de cantos de pájaros. En lo alto de los árboles, un pterosaurio llamado Peti volaba felizmente. Tenía unas alas enormes y un pico afilado, y le encantaba explorar su hogar desde el cielo.

Un día, mientras volaba, Peti vio algo extraño en el suelo. Se acercó y, al mirar más de cerca, descubrió a un enorme dinosaurio que parecía triste. Tenía un cuerpo gigante y escamoso, y su cola era tan larga que parecía un río de escamas brillantes.

—¡Hola! —dijo Peti, aterrizando suavemente en una rama cerca del dinosaurio—. ¿Por qué estás tan triste?

El dinosaurio levantó la cabeza y miró a Peti con ojos grandes y amables.

—¡Hola! Soy Giga, el dinosaurio gigante. Estoy triste porque no puedo cruzar este río. ¡Es muy peligroso! —dijo Giga con un suspiro profundo.

Peti miró el río que corría furioso. Las aguas eran rápidas y turbulentas, y había piedras afiladas que sobresalían de la superficie.

—¡Oh, no! —exclamó Peti—. ¿Por qué no construimos un puente? Así podrás cruzar sin problemas.

Giga movió su cabeza de un lado a otro.

—Pero, Peti, ¡yo soy muy grande y no sé cómo construir un puente! —dijo con un tono de desesperación.

Peti sonrió y dijo:

—¡No te preocupes! Juntos podemos hacerlo. Solo necesitamos algunos amigos para ayudarnos.

Giga se animó un poco.

—¿De verdad crees que podemos hacerlo? —preguntó, levantando una ceja.

—¡Sí! —respondió Peti, emocionado—. Vamos a buscar a nuestros amigos.

Así que Peti voló alto en el cielo, mientras Giga caminaba lentamente por la jungla. Juntos, fueron llamando a sus amigos. Primero, encontraron a Tina, la tortuga, que estaba tomando el sol.

—¡Hola, Tina! —gritó Peti—. ¡Necesitamos tu ayuda para construir un puente!

—¿Un puente? —preguntó Tina, sorprendida—. ¡Claro que sí! Me encantaría ayudar.

Luego, se encontraron con Roco, el pequeño triceratops, que estaba jugando con unos arbustos.

—¡Roco! —llamó Giga—. Ven aquí, ¡necesitamos tu fuerza!

Roco se acercó rápidamente, emocionado.

—¡Sí! ¡Voy a ayudar! —dijo con una gran sonrisa.

Finalmente, encontraron a Lila, la pequeña iguanodon, que estaba saltando entre las flores.

—Lila, ven con nosotros. ¡Vamos a construir un puente! —dijo Peti.

—¡Sí, sí! —exclamó Lila—. ¡Me encanta construir cosas!

Con todos reunidos, los amigos se sentaron a planear cómo harían el puente.

—Primero, necesitamos recoger troncos y ramas —sugirió Peti—. Giga, tú puedes usar tu fuerza para levantar los troncos más grandes.

—¡Buena idea! —dijo Giga, sintiéndose más seguro.

Así que, uno por uno, comenzaron a recoger troncos. Giga levantaba los troncos más pesados, mientras que Tina, Roco y Lila buscaban ramas más pequeñas.

—¡Mira esto! —gritó Roco mientras arrastraba una rama larga—. ¡Es perfecta!

Después de un rato, tenían un montón de materiales.

—Ahora, necesitamos unirlos —dijo Lila—. Peti, ¿puedes volar y ver cómo se ve desde arriba?

Peti voló alto y miró hacia abajo.

—¡Es genial! Pero necesitamos hacer el puente más ancho para que Giga pueda cruzar —gritó desde el aire.

Así que, con la ayuda de todos, comenzaron a trabajar. Giga levantaba los troncos, mientras que los demás los ataban con lianas fuertes. Después de mucho esfuerzo, el puente estaba casi listo.

—¡Ya casi lo tenemos! —dijo Tina, emocionada.

Finalmente, después de horas de trabajo, el puente estaba terminado. Todos se miraron con orgullo.

—¡Lo logramos! —gritó Roco.

Giga se acercó al puente con cuidado.

—Voy a cruzar —dijo, un poco nervioso.

Peti lo animó desde un lado.

—¡Tú puedes, Giga! ¡Eres fuerte!

Giga respiró hondo y dio un paso sobre el puente. ¡Era seguro! Con cada paso, se sentía más confiado. Cuando llegó al otro lado, todos gritaron de alegría.

—¡Lo hiciste! —exclamó Lila.

—¡Gracias, amigos! —dijo Giga, con lágrimas de felicidad en los ojos—. Nunca hubiera podido sin ustedes.

Y así, en la jungla prehistórica, Giga y Peti se hicieron los mejores amigos. Juntos, aprendieron que con la ayuda de los amigos, ¡todo es posible!

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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