Era un hermoso día soleado en la granja de Don Pedro. Las flores brillaban, los pájaros cantaban y todos los animales estaban muy felices. Pero había una vaca llamada Lola que tenía mucha curiosidad.
“¡Hoy voy a explorar más allá de la granja!” decidió Lola, moviendo su cola emocionada.
“¡Ten cuidado, Lola!” le advirtió Loli, la gallina. “No te alejes demasiado. El bosque puede ser un lugar misterioso.”
“¡No te preocupes, Loli! Solo voy a mirar un rato,” respondió Lola, mientras salía saltando hacia el bosque.
Lola caminó y caminó, maravillándose de los árboles altos y las flores de colores. “¡Qué bonito es todo aquí!” pensó. Pero, de repente, se dio cuenta de que había caminado demasiado lejos. “Oh, no… ¿Dónde estoy?” se preguntó, mirando a su alrededor. Todo se veía diferente y un poco aterrador.
Mientras tanto, en la granja, Lili, la oveja, y Lolo, el cerdo, estaban preocupados.
“¿Has visto a Lola?” preguntó Lili, mirando por el campo.
“No, no la he visto. ¡Deberíamos buscarla!” dijo Lolo, moviendo su cola.
“¡Sí! Vamos al bosque,” respondió Lili.
Los dos amigos corrieron hacia el bosque, llamando a Lola. “¡Lola! ¡Lola!” gritaban. Pero no había respuesta.
Lola, por su parte, estaba tratando de encontrar el camino de regreso. “¿Alguien me puede ayudar?” llamó, pero solo escuchó el susurro del viento entre los árboles.
De pronto, vio a un pequeño conejo que saltaba cerca. “¡Hola, conejo! ¿Sabes cómo volver a la granja?” preguntó Lola.
“¡Hola, Lola! Claro que sí, pero el camino es un poco complicado. ¿Quieres que te ayude?” respondió el conejo.
“¡Sí, por favor!” dijo Lola, sintiéndose un poco más tranquila.
Mientras tanto, Lili y Lolo llegaron al borde del bosque. “¿Dónde podría estar?” se preguntó Lili, mirando con preocupación.
“¡Mira! Hay huellas de vaca aquí!” exclamó Lolo. “Sigamos estas huellas, tal vez nos lleven a Lola.”
Loli, que había decidido seguir a Lili y Lolo, se unió a ellos. “¡Vamos! No podemos dejar a nuestra amiga sola.”
Mientras tanto, Lola y el conejo caminaban juntos. “Este lugar es muy bonito, pero me siento un poco asustada,” confesó Lola.
“Es normal sentirse así, pero no te preocupes. ¡Eres valiente, Lola!” dijo el conejo. “Solo sigue el camino que te muestro.”
“Gracias, pequeño conejo. Me siento mejor contigo a mi lado,” sonrió Lola.
Finalmente, después de un rato, Lili, Lolo y Loli llegaron a un claro en el bosque. “¡Mira! ¡Es Lola!” gritó Lili, corriendo hacia ella.
“¡Lola!” gritaron Lolo y Loli al unísono.
“¡Chicos! ¡Qué bueno que están aquí!” exclamó Lola, aliviada. “Estaba perdida, pero este conejo me estaba ayudando.”
“¡Eres muy valiente, Lola!” dijo Lili. “Pero siempre es mejor estar juntos.”
“Sí, lo sé ahora,” respondió Lola, mirando a sus amigos. “Gracias por venir a buscarme.”
“¡Vamos a regresar a la granja!” sugirió Lolo. “Ya no queremos perder más tiempo.”
Así que con el conejo guiando el camino, todos juntos caminaron de regreso a la granja. Mientras cruzaban el bosque, Lola se dio cuenta de que la aventura no había sido tan mala después de todo, porque había aprendido algo importante: la valentía y la amistad son lo más valioso.
Cuando finalmente llegaron a la granja, Don Pedro los estaba esperando. “¡Qué alegría verlos a todos juntos!” dijo con una sonrisa.
“¡Nos perdimos un poco, pero aprendimos mucho!” dijo Loli, picoteando felizmente.
“Sí, y nunca más volveré a aventurarme sola,” prometió Lola, mirando a sus amigos con cariño.
Y así, ese día, Lola la vaca, Loli la gallina, Lili la oveja y Lolo el cerdo aprendieron que, aunque a veces las cosas pueden ser un poco aterradoras, siempre es mejor estar juntos y ayudarse mutuamente. Fin.