Había una vez un jardín muy especial donde vivían muchas mariposas de colores brillantes. Todas las mañanas, Lucas, el jardinero, cuidaba con mucho cariño las flores para que las mariposas tuvieran un lugar hermoso donde revolotear.
Un día, una mariposa llamada Luna se acercó a Lucas y le dijo con voz suave: «¡Hola, amigo Lucas! ¿Cómo estás hoy?»
Lucas se sorprendió al escuchar a la mariposa hablar, pero luego sonrió y respondió: «¡Hola, Luna! Estoy muy bien, gracias. ¿Cómo estás tú?»
Luna revoloteó alegremente y dijo: «Estoy feliz de estar en este hermoso jardín. Pero he notado que algunas flores están tristes porque no reciben suficiente luz del sol.»
Lucas reflexionó un momento y luego dijo: «Tienes razón, Luna. ¡Voy a mover las flores a un lugar donde puedan recibir más sol!»
Así que Lucas cuidadosamente trasladó las flores a un lugar más soleado, donde pudieran crecer y florecer. Las mariposas se alegraron mucho al ver las flores más hermosas que nunca.
Desde ese día, Lucas y las mariposas trabajaron juntos para mantener el jardín siempre radiante y lleno de vida. Y aprendieron que trabajando en equipo, podían hacer que cualquier lugar se convirtiera en un verdadero paraíso.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.