Era un hermoso día en el campo. El sol brillaba y las flores danzaban al ritmo del viento. En una pradera verde y extensa, vivía un toro llamado Tomasito. Tomasito era un toro grande y fuerte, pero a menudo se sentía un poco inseguro.
Una mañana, mientras paseaba por el campo, se dio cuenta de algo brillante en el suelo. Se acercó con curiosidad y descubrió que era una estrella. ¡Una estrella en medio del campo!
—¡Hola, estrella! —dijo Tomasito con asombro—. ¿Qué haces aquí?
La estrella, que era pequeña y reluciente, sonrió y respondió:
—Hola, querido toro. Me llamo Estrellita. He caído del cielo y ahora estoy aquí para ayudarte.
Tomasito frunció el ceño y preguntó:
—¿Ayudarme? ¿Pero cómo puede una estrella ayudar a un toro?
Estrellita se iluminó aún más y dijo:
—A veces, los toros como tú no ven lo fuertes que son realmente. Puedo mostrarte tu verdadera fuerza.
Tomasito se sintió intrigado.
—¿De verdad? —preguntó—. ¿Cómo lo harás?
—Vamos a jugar un juego —propuso Estrellita—. Cada vez que te sientas inseguro, mira hacia mí y recuerda que la fuerza está dentro de ti.
Tomasito asintió con la cabeza.
—Está bien, jugaré. Pero… ¿y si no puedo hacerlo?
—Confía en mí —dijo Estrellita—. Solo tienes que intentarlo.
Así que comenzaron su juego. Durante los días siguientes, Tomasito se encontró con varios desafíos. Un día, tuvo que cruzar un río.
—¡Ay, no! —exclamó—. No puedo cruzar esto.
Entonces miró hacia Estrellita, que brillaba en el cielo.
—Recuerda, Tomasito, la fuerza está dentro de ti —le susurró Estrellita.
Tomasito respiró hondo y, con un gran salto, cruzó el río.
—¡Lo hice! —gritó emocionado—. ¡Puedo hacerlo!
Al día siguiente, encontró un grupo de animales que estaban asustados porque un gran perro había llegado al campo.
—¡Ayuda! —gritaban los conejitos—. ¡El perro es muy grande!
Tomasito se sintió un poco asustado también, pero miró hacia Estrellita.
—Recuerda, la fuerza está dentro de ti —le recordó la estrella.
Con valentía, se acercó al perro y le dijo:
—¡Hola, amigo! ¿Por qué asustas a mis amigos?
El perro, sorprendido, respondió:
—No quiero asustar a nadie. Solo busco un lugar para jugar.
Tomasito sonrió y dijo:
—Entonces, ven a jugar con nosotros. ¡No hay necesidad de asustar a nadie!
El perro se unió al grupo y todos jugaron juntos. Tomasito se dio cuenta de que había sido valiente y que podía ayudar a otros.
Un día, mientras paseaba, Tomasito vio una colina muy alta.
—No puedo subir eso —se quejó—. Es demasiado grande.
Miró hacia Estrellita, que brillaba en el cielo.
—La fuerza está dentro de ti, Tomasito —le recordó.
Con determinación, comenzó a subir la colina. Cada paso era un poco difícil, pero se sentía más fuerte con cada movimiento. Finalmente, llegó a la cima y miró hacia abajo.
—¡Mira lo que he logrado! —gritó con alegría—. ¡Soy un toro fuerte!
Estrellita brilló aún más y le dijo:
—Lo hiciste, Tomasito. La verdadera fuerza siempre estuvo dentro de ti.
Tomasito se sintió muy feliz y agradecido.
—Gracias, Estrellita. Sin ti, no lo habría logrado.
—Siempre estaré aquí para recordarte tu fuerza —respondió Estrellita—. Solo tienes que mirar hacia arriba.
Desde entonces, Tomasito no solo se volvió más fuerte, sino que también se convirtió en un líder entre los animales del campo.
—¡Vamos a jugar! —decía a menudo—. ¡No hay nada que temer!
Un día, mientras todos jugaban, un rayo de luz iluminó el campo. Todos miraron hacia arriba y vieron a Estrellita brillando intensamente.
—¡Miren! —gritó una conejita—. ¡Es Estrellita!
—¡Hola, amigos! —saludó Estrellita—. Estoy muy orgullosa de todos ustedes.
Tomasito, lleno de alegría, exclamó:
—¡Gracias, Estrellita! Ahora sé que la fuerza está dentro de mí y que puedo ayudar a mis amigos.
—Exactamente —dijo Estrellita—. Y recuerda, siempre que te sientas inseguro, solo mira hacia el cielo y recuerda lo fuerte que eres.
Los animales aplaudieron y celebraron. Desde ese día, Tomasito nunca volvió a dudar de sí mismo.
—¡Soy un toro fuerte y valiente! —declaraba con orgullo.
Y así, en el campo, todos aprendieron que la verdadera fuerza no solo está en el tamaño o la fuerza física, sino en la confianza que cada uno tiene en sí mismo.
Cada vez que miraban hacia el cielo y veían a Estrellita brillar, recordaban que todos son fuertes y pueden lograr grandes cosas.
Y así, Tomasito y sus amigos vivieron felices, jugando y ayudándose unos a otros, siempre con la luz de Estrellita guiándolos en sus corazones.
Fin.