El Rescate Imposible en la Torre de los Mil Peligros

El helicóptero de la Fuerza Especial Alfa sobrevolaba a baja altura, mientras el equipo revisaba por última vez el plan de infiltración. La Torre de los Mil Peligros se alzaba imponente en el horizonte, un monolito de acero y vidrio que ocultaba más secretos de los que cualquiera pudiera imaginar. En su interior, el Dr. Samuel Grayson, un científico clave para la seguridad nacional, estaba retenido contra su voluntad.

Equipo, tenemos una ventana de veinte minutos antes de que cambien las guardias—dijo el capitán Marcus Steele, ajustando su arnés.

La sargento Elena Cruz, experta en demoliciones, asintió mientras revisaba su equipo. —No podemos permitirnos errores. La vida del Dr. Grayson y la seguridad del país dependen de esto.

El helicóptero se acercó a la azotea de la torre. La noche oscura y la tormenta que se avecinaba proporcionaban la cobertura perfecta. Con un rápido movimiento, el equipo descendió en rappel, aterrizando con suavidad en la superficie resbaladiza.

Desplegarse—ordenó Steele, y el equipo se dispersó en formación táctica.

El primer obstáculo apareció pronto: un sistema de seguridad láser que cubría la entrada al edificio. Elena sacó un pequeño dispositivo de su mochila y comenzó a trabajar en la consola de seguridad.

Dame un minuto—murmuró mientras sus dedos volaban sobre los controles. Los láseres se desactivaron con un suave zumbido.

El equipo avanzó rápidamente por los pasillos oscuros, utilizando gafas de visión nocturna. El silencio solo era interrumpido por el sonido de sus pasos y el ocasional crujido de las estructuras metálicas.

Contacto a las tres en punto—susurró el soldado Rick Thompson, apuntando con su fusil a un guardia que patrullaba la zona.

Neutralízalo—respondió Steele.

Con una precisión letal, Thompson disparó un dardo tranquilizante, y el guardia cayó al suelo sin hacer ruido. El equipo continuó su avance, encontrando más obstáculos en su camino: cámaras de seguridad, puertas blindadas y trampas ocultas. Cada desafío era superado con la eficiencia de un reloj suizo.

Finalmente, llegaron a la sala de control central. Elena hackeó el sistema y obtuvo la ubicación exacta del Dr. Grayson: el nivel 47, en una celda de máxima seguridad.

Tenemos que movernos rápido. El tiempo se agota—dijo Steele, dirigiendo al equipo hacia el ascensor.

El ascensor comenzó su ascenso, pero a mitad de camino se detuvo bruscamente. Las luces parpadearon y una alarma ensordecedora llenó el aire.

¡Nos han descubierto!—gritó Elena.

Plan B, subimos por las escaleras—ordenó Steele.

El equipo salió del ascensor y corrió hacia la escalera de emergencia. Los pisos pasaban uno tras otro, y el cansancio comenzaba a hacer mella en sus cuerpos. Pero no había tiempo para descansar. Cada segundo contaba.

Al llegar al nivel 47, encontraron una puerta reforzada con un código de seguridad. Elena se puso manos a la obra mientras el resto del equipo cubría su retaguardia.

Casi lo tengo…—dijo, sudando por el esfuerzo.

La puerta se abrió con un chasquido, revelando un largo pasillo iluminado tenuemente. Al final, una celda de vidrio contenía al Dr. Grayson, quien miraba con desesperación a sus rescatadores.

¡Dr. Grayson, estamos aquí para sacarlo!—dijo Steele, avanzando hacia la celda.

De repente, un grupo de soldados enemigos apareció al final del pasillo, abriendo fuego sin previo aviso. El equipo Alfa se dispersó, buscando cobertura.

¡Elena, abre esa celda!—gritó Steele mientras devolvía el fuego.

Elena corrió hacia la consola de la celda, trabajando frenéticamente para desactivar el sistema de seguridad. Las balas silbaban a su alrededor, pero ella se mantuvo concentrada.

¡Listo!—exclamó finalmente, y la puerta de la celda se abrió.

Steele y Thompson cubrieron al Dr. Grayson mientras Elena plantaba cargas explosivas en las paredes para crear una vía de escape.

¡Retrocedan!—gritó Elena, y las explosiones sacudieron el edificio, creando una brecha en la pared exterior.

El equipo salió al exterior, descendiendo rápidamente por las cuerdas de rappel hacia un vehículo de escape que los esperaba en la base de la torre. Los soldados enemigos continuaban disparando, pero el equipo Alfa logró mantenerse fuera de su alcance.

¡Vamos, vamos, vamos!—gritó Steele mientras ayudaba al Dr. Grayson a subir al vehículo.

El motor rugió y el vehículo se alejó a toda velocidad, dejando atrás la Torre de los Mil Peligros. El equipo Alfa había logrado lo imposible: rescatar al Dr. Grayson de una fortaleza impenetrable.

Buen trabajo, equipo—dijo Steele, respirando con dificultad pero con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

El Dr. Grayson, aún en estado de shock, miró a sus rescatadores con gratitud. —No sé cómo agradecerles. Si no fuera por ustedes, estaría perdido.

Es nuestro deber, doctor—respondió Elena, limpiando el sudor de su frente. —Ahora, pongámonos a salvo.

El vehículo se alejó en la oscuridad, mientras una tormenta eléctrica iluminaba el cielo. El peligro aún no había pasado, pero por ahora, el equipo Alfa podía respirar tranquilo. Habían enfrentado los mil peligros de la torre y habían salido victoriosos.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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