La gallina y el huevo de oro

Había una vez, en una granja llena de colores y sonidos alegres, una gallina llamada Clara. Clara era una gallina muy curiosa y siempre estaba buscando cosas interesantes. Un día, mientras paseaba por el gallinero, vio algo brillante en su nido.

“¿Qué será eso?” se preguntó Clara, acercándose con cuidado. Cuando llegó, sus ojos se abrieron como platos. ¡Era un huevo de oro!

“¡Guau! ¡Un huevo de oro!” exclamó Clara, saltando de alegría. “¡Voy a ser la gallina más rica de la granja!”

Clara miró el huevo dorado y se imaginó todas las cosas que podría hacer con él. “Podría comprar un sombrero nuevo, o tal vez una casa más grande… ¡Oh, las posibilidades son infinitas!”

Pero mientras pensaba en todo lo que podría tener, se dio cuenta de que estaba sola. “¿No sería más divertido compartir esto con mis amigos?” se dijo. Así que decidió llevar el huevo a la plaza de la granja, donde todos sus amigos se reunían.

Cuando llegó a la plaza, encontró a su amigo el pato Pablo. “¡Hola, Pablo!” dijo Clara emocionada. “Mira lo que encontré.”

Pablo miró el huevo y sus ojos brillaron. “¡Es hermoso, Clara! ¡Nunca había visto un huevo así!”

“¿Verdad que sí? Quiero compartirlo con todos. ¡Vamos a llamar a los demás!” Clara gritó.

Pronto, llegaron la oveja Sofía, el cerdo Ramón y el gallo Tito. Todos se reunieron alrededor del huevo dorado.

“¡Qué maravilla!” dijo Sofía. “¿Qué vamos a hacer con él?”

“Podemos hacer una fiesta con el huevo de oro. ¡Será la mejor fiesta de la granja!” sugirió Ramón.

“¡Sí! ¡Una fiesta!” gritaron todos al unísono. Clara sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.

Así que empezaron a planear la fiesta. Clara y sus amigos decoraron la plaza con flores y cintas de colores. Prepararon deliciosos bocadillos y, por supuesto, una gran tarta de maíz. Todos estaban muy emocionados.

Cuando todo estuvo listo, Clara se subió a un pequeño banquito y dijo: “¡Queridos amigos! Gracias por ayudarme a organizar esta fiesta. Este huevo de oro no solo es especial por su brillo, sino porque nos ha reunido a todos. ¡Ahora a celebrar!”

La fiesta comenzó y todos bailaron, rieron y disfrutaron de la comida. Clara se sentía muy feliz, pero también un poco triste al pensar que el huevo de oro no sería solo suyo. Entonces, Pablo se acercó y le dijo: “Clara, este huevo es especial porque lo encontramos juntos. Y lo más importante es que estamos aquí, disfrutando y compartiendo. Eso es lo que realmente importa.”

Clara sonrió al escuchar a su amigo. “Tienes razón, Pablo. Me siento más rica ahora que nunca, porque tengo amigos con quienes compartir. ¡Gracias por estar aquí!”

La fiesta continuó, y mientras todos se divertían, Clara tuvo una idea brillante. “¡Vamos a hacer algo más! Cada uno de nosotros puede escribir un deseo en un papelito y ponerlo dentro del huevo. Así, cuando lo abramos, podremos ver todos nuestros sueños juntos.”

“¡Eso suena genial!” dijo Sofía. “Yo deseo tener un campo lleno de flores.”

“Yo deseo poder nadar en un lago grande y fresco,” añadió Ramón.

Todos compartieron sus deseos y los escribieron en papelitos de colores. Cuando terminaron, Clara cuidadosamente puso los papelitos dentro del huevo de oro.

“Ahora, cada vez que veamos este huevo, recordaremos nuestros sueños y lo que hemos compartido hoy,” dijo Clara con una gran sonrisa.

La fiesta siguió hasta que el sol se ocultó y el cielo se llenó de estrellas. Clara miró a su alrededor y vio a sus amigos riendo y disfrutando, y en ese momento, supo que había tomado la mejor decisión al compartir su hallazgo.

“¡Gracias a todos por ser mis amigos!” gritó Clara con alegría. “Este huevo de oro es solo un objeto, pero nuestra amistad es el verdadero tesoro.”

Y así, Clara la gallina aprendió que compartir no solo hace que uno se sienta feliz, sino que también enriquece la vida de quienes nos rodean. Desde ese día, el huevo de oro se convirtió en un símbolo de amistad en la granja, y Clara nunca dejó de compartir, porque sabía que lo más valioso que tenía eran sus amigos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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