Era un día soleado en el Valle de los Dinosaurios, y todos los dinosaurios estaban muy emocionados. ¡Hoy era el día de la gran aventura! Un grupo de amigos, compuesto por Dino el Tiranosaurio, Lila la Triceratops, y Roco el Velociraptor, se preparaban para explorar la misteriosa Isla de los Dinosaurios.
“¿Estás listo, Dino?” preguntó Lila con su voz alegre. “He oído que hay árboles tan altos como montañas y frutas que brillan como estrellas.”
“¡Estoy listo!**” respondió Dino, moviendo su cola con entusiasmo. “He escuchado que hay un lago que canta y un volcán que lanza caramelos. ¡Vamos!”
Roco, que siempre estaba lleno de energía, saltó de un lado a otro. “¡No olviden las mochilas! Necesitamos llevar muchas cosas para nuestra aventura.”
Los tres amigos empacaron sus mochilas con bocadillos y un mapa que habían encontrado. “Este mapa nos llevará a los secretos de la isla,” dijo Roco, mientras señalaba un camino dibujado en el papel.
Con un gran salto, los amigos se subieron a una balsa hecha de troncos flotantes. Con el sol brillando sobre ellos, comenzaron a remar hacia la isla. El agua era clara como el cristal y podían ver peces de colores nadando a su alrededor.
“¡Mira, Dino!” exclamó Lila, señalando a un pez que pasaba. “¡Es un pez arcoíris!”
“¡Es hermoso!**” dijo Dino, abriendo sus grandes ojos. “Me pregunto qué más nos espera en la isla.”
Después de un rato, llegaron a la orilla de la Isla de los Dinosaurios. Era un lugar mágico. Había árboles gigantes, flores de mil colores, y un aire lleno de risas y sonidos.
“¡Wow!” gritaron los tres al unísono. “¡Es increíble!”
Mientras exploraban, de repente escucharon un ruido extraño. “¿Qué fue eso?” preguntó Lila, temblando un poco.
“No lo sé, pero vamos a averiguarlo!” dijo Roco, lleno de valentía.
Siguiendo el sonido, llegaron a un claro donde encontraron a un pequeño dinosaurio con alas. “¡Hola!” dijo el dinosaurio, que era un Pterodáctilo. “¡Soy Pity! ¿Son nuevos en la isla?”
“Sí!” respondieron los amigos al mismo tiempo. “Estamos aquí para descubrir sus secretos.”
Pity sonrió. “¡Entonces están en el lugar correcto! Esta isla está llena de sorpresas. ¡Vengan, les mostraré algo increíble!”
Los amigos siguieron a Pity mientras volaba por encima de los árboles. “¡Miren!” dijo, señalando hacia un lago brillante. “Este es el Lago de los Susurros. ¡Escuchen!”
Los tres se acercaron al lago y, efectivamente, podían oír una melodía suave que parecía venir del agua. “Es hermoso!” dijo Lila, con una sonrisa.
“¿Podemos nadar?” preguntó Dino, emocionado.
“¡Claro!**” dijo Pity. “Pero solo si prometen no hacer olas grandes.”
Los amigos se zambulleron en el lago, riendo y chapoteando suavemente. Después de un rato, decidieron salir y continuar su aventura.
“¿Qué más hay en la isla?” preguntó Roco, mientras se secaban al sol.
“¡El Volcán de los Caramelos!” respondió Pity, con los ojos brillantes. “¡Es un lugar mágico donde caen dulces del cielo!”
“¡Vamos!” gritó Dino, corriendo hacia el volcán.
Cuando llegaron, vieron que el volcán era enorme y tenía un aspecto divertido. “¡Miren!” dijo Lila, señalando hacia arriba. “¡Los caramelos están cayendo!”
Los amigos comenzaron a recoger los caramelos que caían. Había de todos los sabores: fresa, limón, y hasta chocolate. “¡Es el mejor día de todos!” exclamó Roco, llenando su mochila.
Después de un rato de jugar y comer caramelos, el sol comenzó a ponerse. “Es hora de volver a casa, amigos,” dijo Pity. “Pero siempre pueden volver a la isla.”
“¡Gracias, Pity!” dijeron los amigos, llenos de alegría. “¡Hemos tenido una aventura increíble!”
Con el corazón lleno de recuerdos y dulces, Dino, Lila y Roco se despidieron de Pity y se dirigieron de regreso a su balsa. “Hoy fue un día especial,” dijo Dino, mientras remaban hacia casa.
“Sí, y tenemos que contarle a todos sobre la isla!” añadió Lila.
“¡Y sobre el lago que canta y el volcán de caramelos!” finalizó Roco, sonriendo.
Así, con risas y dulces en sus mochilas, los amigos regresaron a casa, sabiendo que la Isla de los Dinosaurios siempre estaría ahí para nuevas aventuras.