La Montaña de los Deseos Verdes

En un pequeño pueblo rodeado de verdes prados y altas montañas, vivía un joven llamado Leo. Leo era un niño curioso y siempre soñaba con aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con un anciano de larga barba blanca y ojos brillantes como estrellas. El anciano se llamaba Don Sabio y era conocido por sus historias sobre la Montaña de los Deseos Verdes.

«Hola, joven Leo», dijo Don Sabio con una voz suave. «He escuchado que deseas hacer algo grande por la naturaleza».

«¡Sí! Quiero ayudar a que nuestro mundo esté más sano y bonito», respondió Leo, emocionado.

Don Sabio sonrió y le dijo: «Entonces, te invito a una aventura. En la cima de la Montaña de los Deseos Verdes, hay una planta mágica que puede curar la tierra. Pero necesitarás valor y un corazón puro para encontrarla».

Leo, con los ojos brillantes, aceptó la propuesta. «¡Vamos, Don Sabio! ¡No hay tiempo que perder!»

Los dos comenzaron a caminar hacia la montaña. Mientras avanzaban, Don Sabio le contó a Leo sobre la planta mágica. «Se llama Verde Esperanza. Tiene el poder de limpiar ríos contaminados y hacer florecer los campos marchitos. Pero, para encontrarla, debes aprender a escuchar a la naturaleza».

Leo escuchó atentamente. «¿Cómo puedo escuchar a la naturaleza?»

«Primero, debes prestar atención a los sonidos que te rodean», explicó Don Sabio. «Los pájaros, el viento, incluso las hojas. Todo tiene algo que decirte».

Mientras subían por el sendero, Leo se detuvo y cerró los ojos. Escuchó el canto de los pájaros y el susurro del viento. «¡Lo siento, Don Sabio! ¡Es hermoso!», exclamó.

«Exactamente, joven amigo. La naturaleza siempre tiene un mensaje para nosotros», dijo el anciano. «Ahora, sigamos adelante».

Después de un rato, llegaron a un claro lleno de flores de colores brillantes. Leo se maravilló ante la belleza del lugar. «¡Mira, Don Sabio! ¡Es un jardín mágico!»

«Así es, Leo. Pero recuerda, debemos cuidar de estos lugares. Si no lo hacemos, pronto solo serán recuerdos», advirtió Don Sabio.

De repente, un pequeño conejo apareció entre las flores. «¡Hola, amigos! ¿Qué hacen aquí?», preguntó el conejo con una voz alegre.

«Hola, pequeño conejo. Estamos buscando la planta Verde Esperanza para curar la tierra», respondió Leo.

El conejo frunció el ceño. «He oído hablar de esa planta. Pero, ¿saben cómo encontrarla?»

«Sí», dijo Don Sabio. «Debemos seguir el río y escuchar su murmullo. Él nos guiará».

Leo y el conejo se miraron. «¡Vamos a hacerlo!», gritó Leo, lleno de entusiasmo.

Siguieron el curso del río, que serpenteaba entre los árboles. De repente, el agua comenzó a burbujear. «¿Qué está pasando?», preguntó Leo, preocupado.

«El río está triste», dijo Don Sabio. «Parece que algo lo está contaminando».

Leo se agachó y miró de cerca. «¡Hay basura en el agua! ¡Debemos ayudarlo!»

«Exactamente, Leo. Cada pequeño gesto cuenta. Si limpiamos el río, quizás el Verde Esperanza se nos revele», dijo Don Sabio.

Sin dudarlo, Leo comenzó a recoger la basura. El conejo lo ayudó, y juntos llenaron una bolsa con plásticos y papeles. Don Sabio sonrió. «Ves, joven amigo, esto es lo que significa cuidar de la naturaleza».

Una vez que el río estaba limpio, el agua brilló con más fuerza. De pronto, una luz verde comenzó a brillar en la distancia. «¡Mira!», exclamó Leo. «¡Es la planta!»

Corrieron hacia la luz y, al llegar, encontraron un pequeño claro donde crecía la Verde Esperanza. Era una planta hermosa, con hojas brillantes y flores que resplandecían como esmeraldas.

«Lo logramos, Don Sabio», dijo Leo, emocionado. «¡La encontramos!»

«Sí, Leo. Ahora, debes hacer un deseo para la tierra», le indicó el anciano.

Leo cerró los ojos y, con todo su corazón, deseó: «¡Que la tierra esté sana y llena de vida!»

De repente, la planta comenzó a brillar aún más, y un suave viento sopló, llevando el deseo de Leo a todos los rincones del mundo.

«Has hecho un gran trabajo, Leo. Recuerda que cada acción cuenta», dijo Don Sabio mientras miraba cómo la planta se expandía, llenando el aire de frescura.

«Gracias, Don Sabio. Aprendí que cuidar de la naturaleza es una aventura maravillosa», respondió Leo, con una gran sonrisa.

Y así, Leo y Don Sabio regresaron al pueblo, llevando consigo el mensaje de la Verde Esperanza: cuidar de nuestro planeta es el mejor deseo que podemos hacer.

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Señorita Risueña

Una escritora apasionada dedicada a crear historias cautivadoras para niños. Desde temprana edad, descubrió su amor por los cuentos y la narrativa, inspirándose en la magia de la infancia para dar vida a sus relatos. Con una sólida formación en literatura infantil y años de experiencia en la enseñanza, Señorita Risueña comprende la importancia de estimular la imaginación y fomentar la lectura desde edades tempranas.

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