Había una vez, en un jardín lleno de flores de colores, un grupo de escarabajos que vivían felices. Entre ellos estaban Lila, un escarabajo de brillante color azul, y Tito, un escarabajo verde que siempre estaba lleno de energía.
Un día, mientras exploraban cerca de un gran roble, Tito dijo emocionado: “¡Mira, Lila! ¡He encontrado algo brillante en la tierra!”
Lila se acercó, curiosa. “¿Qué será, Tito? ¿Un juguete? ¿Una joya?”
Tito comenzó a cavar con sus pequeñas patas. “¡No lo sé! ¡Vamos a descubrirlo!”
Después de un rato, los escarabajos lograron sacar un pequeño cofre dorado. Estaba cubierto de tierra, pero cuando Tito lo limpió con sus patas, brilló como el sol. “¡Es un tesoro!” exclamó Lila, con los ojos llenos de asombro.
“¿Qué haremos con él?” preguntó Tito, mirando el cofre con gran emoción.
“Podríamos compartirlo con todos los insectos del jardín,” sugirió Lila, sonriendo. “¡Sería divertido!”
Tito asintió. “¡Sí! ¡Hagámoslo! Pero… ¿qué hay dentro del cofre?”
Con mucho cuidado, abrieron el cofre. Dentro, encontraron monedas de oro, joyas brillantes y un mapa antiguo. “¡Guau! ¡Es un tesoro de verdad!” gritó Tito.
“¡Mira el mapa!” dijo Lila, señalando con una pata. “Parece que nos lleva a un lugar especial.”
“¡Vamos a seguirlo!” dijo Tito, lleno de entusiasmo. Y juntos, comenzaron su aventura.
Mientras seguían el mapa, se encontraron con otros insectos. Primero, conocieron a Carla, la mariposa. “¿A dónde van tan rápido?” preguntó ella.
“¡Hacia una aventura! ¡Encontramos un tesoro!” respondió Lila.
“¿Puedo ir con ustedes?” preguntó Carla, moviendo sus alas de colores.
“¡Claro que sí!” dijeron los escarabajos al unísono.
Así que los tres siguieron el mapa juntos. Después, se encontraron con un grupo de hormigas que llevaban hojas. “¿Qué hacen ustedes?” preguntó una hormiga.
“¡Estamos buscando un tesoro!” dijo Tito, emocionado.
“¡Nosotros también queremos ir!” dijeron las hormigas. Y así, el grupo se hizo más grande.
Al final, llegaron a un claro donde había un hermoso lago. “¡El mapa dice que el tesoro está aquí!” dijo Lila, mirando a su alrededor.
“Pero… no veo nada,” dijo Carla, decepcionada.
Tito miró el mapa nuevamente. “¡Espera! ¡El tesoro no siempre es oro y joyas! ¡Tal vez el verdadero tesoro es la amistad que hemos hecho en el camino!”
Lila sonrió. “¡Tienes razón, Tito! Pasamos un gran tiempo juntos, y eso es lo más valioso.”
Las hormigas asintieron. “¡Sí! ¡Nos divertimos mucho ayudando y explorando!”
De repente, una luz brillante apareció en el lago. “¡Miren!” gritó Carla. “¡Es un arcoíris!”
El arcoíris iluminó el claro, y todos los insectos se quedaron maravillados. “¡Este es el verdadero tesoro!” exclamó Lila.
“¡Sí!” dijeron todos. “La amistad y la belleza de la naturaleza son más valiosas que cualquier oro.”
Y así, los escarabajos, la mariposa y las hormigas decidieron celebrar su amistad. Juntos, hicieron una gran fiesta en el claro, bailaron bajo el arcoíris y compartieron historias.
“Gracias por ser mis amigos,” dijo Tito, sonriendo a todos.
“¡Siempre seremos amigos!” respondieron Lila, Carla y las hormigas.
Desde ese día, los escarabajos aprendieron que el tesoro más grande no era el que habían encontrado en el cofre, sino el cariño y la diversión que compartían juntos. Y así, en su jardín lleno de flores, vivieron felices, siempre recordando que la verdadera riqueza estaba en la amistad.