Los toros y el festival del prado

Era un día brillante en el prado, donde el sol brillaba como un gran botón dorado en el cielo. Los pájaros cantaban alegres melodías y las flores danzaban con la suave brisa. En este hermoso lugar, un grupo de toros decidió que era el momento de celebrar la naturaleza con un gran festival.

Los toros se reunieron bajo un gran roble. El toro más anciano, llamado Don Torito, habló con voz profunda: “¡Queridos amigos! Este año, quiero que hagamos un festival para celebrar la belleza de nuestro prado. ¡La unión hace la fuerza!”

“¡Sí!” gritaron los toros al unísono. “¡Un festival!”

La joven toro llamada Lola, que siempre tenía ideas brillantes, levantó su pata. “Podemos hacer una carrera de obstáculos, una competencia de saltos y hasta un concurso de baile. ¡Será divertido!”

“¡Me encanta la idea de la carrera de obstáculos!” exclamó Rufus, un toro fuerte y valiente. “Podemos usar troncos, piedras y todo lo que encontremos en el prado.”

“Y no olvidemos la comida,” añadió Marta, una toro muy creativa. “Podemos hacer deliciosos pasteles de hierba y ensaladas de flores. ¡A todos les encantará!”

Con entusiasmo, los toros comenzaron a organizar el festival. Se dividieron en grupos: algunos se encargaron de construir el circuito de obstáculos, otros prepararon la comida y algunos más se encargaron de la música.

Mientras trabajaban, Don Torito se acercó a Marta. “¿Cómo van los pasteles de hierba, querida?”

“¡Están casi listos, Don Torito! Solo necesito un poco más de rocío de la mañana y algunas flores de colores para decorarlos,” respondió Marta con una sonrisa.

Los días pasaron y el prado se llenó de risas y alegría. Los toros trabajaban juntos, compartiendo ideas y ayudándose mutuamente. Cada uno aportaba su talento especial.

Finalmente, llegó el día del festival. El prado estaba decorado con cintas de colores y flores. Todos los toros se vistieron con sus mejores galas. Don Torito, con su gran cuerno brillante, dio la bienvenida a todos.

“¡Bienvenidos al Festival del Prado!” rugió con alegría. “Hoy, celebraremos la naturaleza y la amistad. ¡Que empiece la diversión!”

Primero, comenzaron con la carrera de obstáculos. Los toros se alinearon, listos para correr. “¡A la cuenta de tres!” gritó Rufus. “¡Uno, dos, tres!”

Los toros salieron disparados, saltando sobre troncos y esquivando piedras. “¡Mira cómo salto!” dijo Lola, mientras volaba por encima de un tronco.

Rufus, que era el más rápido, llegó primero a la meta. “¡He ganado!” gritó emocionado. Pero todos aplaudieron, porque lo más importante era que se estaban divirtiendo juntos.

Después de la carrera, llegó el momento de la competencia de saltos. Los toros se alinearon de nuevo y comenzaron a saltar. “¡Yo puedo saltar más alto que todos!” se jactó Rufus.

“¡Vamos a verlo!” retó Don Torito, con una sonrisa traviesa.

Rufus tomó impulso y saltó tan alto que pareció tocar el cielo. Pero cuando aterrizó, se resbaló y cayó en un charco de barro. Todos los toros estallaron en risas.

“¡Rufus, el rey del barro!” rió Lola, mientras le lanzaba flores.

“¡Eso fue divertido!” dijo Rufus, riendo también. “Pero, ¡no me vuelvas a llamar así!”

Después de las risas, llegó el momento del concurso de baile. Los toros se pusieron en círculo y comenzaron a moverse al ritmo de la música que había preparado Marta.

“¡Bailen como si nadie los estuviera mirando!” animó Don Torito.

Lola comenzó a girar y a saltar. “¡Miren mis pasos! ¡Soy una estrella de baile!”

Rufus, tratando de imitarla, hizo un giro y casi se cae de nuevo. “¡Ay, ay! ¡Cuidado con el barro!” gritó, haciendo reír a todos.

La música sonaba y los toros se movían felices, disfrutando del momento. Cada uno tenía su propio estilo, y eso hacía que el baile fuera aún más especial.

Finalmente, llegó el momento de probar la comida. “¡Ya están listos los pasteles de hierba!” anunció Marta, mientras servía las porciones.

“¡Huelen delicioso!” exclamó Don Torito. “¡Vamos a probarlos!”

Los toros se sentaron juntos, compartiendo risas y deliciosos sabores. “¡Esto es lo mejor que he comido!” dijo Rufus, con la boca llena de pastel.

“Todo es mejor cuando estamos juntos,” dijo Lola, mirando a sus amigos.

Don Torito sonrió, orgulloso de todos. “Hoy hemos aprendido que la unión crea felicidad. ¡Celebremos siempre la amistad y la naturaleza!”

Y así, bajo el sol brillante y rodeados de flores, los toros disfrutaron de su festival en el prado. Con risas, bailes y buena comida, se dieron cuenta de que el verdadero tesoro era estar juntos.

Desde ese día, cada año celebraban el Festival del Prado, recordando siempre que la amistad y la unión son lo que realmente hace feliz a un corazón. Y así, los toros vivieron felices, creando recuerdos inolvidables en su hermoso prado.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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