Los Pasos en el Sótano

La vieja casa de la calle Maple había estado deshabitada durante años, hasta que los Thompson decidieron mudarse. Era una construcción de finales del siglo XIX, con sus muros de piedra y ventanas de madera que crujían con el viento. La familia estaba emocionada por el nuevo comienzo, pero no sabían que la casa guardaba un oscuro secreto.

Desde la primera noche, Anne Thompson notó algo extraño. Cada vez que el reloj marcaba la medianoche, se escuchaban pasos en el sótano. Al principio pensó que era su imaginación, pero los ruidos eran demasiado claros y rítmicos para ser ignorados.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Anne a su esposo, Mark, una noche mientras ambos estaban en la cama.

—¿Escuchar qué? —respondió Mark, medio dormido.

—Los pasos, en el sótano.

Mark se incorporó y aguzó el oído, pero no percibió nada fuera de lo común.

—Debe ser la casa asentándose. Es vieja, ¿recuerdas? —dijo, y volvió a acostarse.

Pero Anne no pudo dormir. Los pasos continuaron, resonando en la oscuridad como si alguien caminara lentamente de un extremo al otro del sótano. Decidió investigar por su cuenta al día siguiente.

El sótano era un lugar lúgubre, con paredes de piedra y un suelo de tierra que olía a humedad. Anne bajó las escaleras con una linterna en mano, su corazón latiendo con fuerza. No encontró nada fuera de lo común, solo viejos muebles cubiertos de polvo y telarañas en las esquinas.

Esa noche, los pasos volvieron. Anne estaba segura de que no era su imaginación. Decidió hablar con los vecinos para ver si sabían algo sobre la casa. La señora Jenkins, una anciana que vivía al lado, tenía una expresión sombría cuando Anne mencionó los ruidos.

—Esa casa… —dijo la señora Jenkins—, tiene una historia oscura. Hace muchos años, una familia vivía allí. El padre era un hombre cruel que encerraba a su hija en el sótano. Nadie sabe qué pasó con ella, pero desde entonces, los pasos se escuchan cada noche.

Anne sintió un escalofrío recorrer su espalda. Regresó a casa con la mente llena de preguntas. Esa noche, los pasos fueron más fuertes que nunca. Decidió que no podía ignorarlos más.

—Mark, tenemos que bajar al sótano y ver qué está pasando —dijo Anne, decidida.

—Está bien, pero no creo que encontremos nada —respondió Mark, levantándose de la cama.

Bajaron juntos, con una linterna en mano. Los pasos continuaban, pero no había nadie allí. De repente, la linterna parpadeó y se apagó. La oscuridad los envolvió, y Anne sintió una mano fría sobre su hombro. Gritó y la linterna volvió a encenderse, pero no había nadie más en el sótano.

—Nos vamos de aquí mañana mismo —dijo Mark, con la voz temblorosa.

Esa noche, Anne no pudo dormir. Los pasos continuaron, y esta vez parecían acercarse a la puerta del sótano. De repente, la puerta se abrió lentamente con un chirrido. Anne se levantó de la cama y fue a ver qué pasaba. La puerta del sótano estaba abierta de par en par, y los pasos se escuchaban cada vez más cerca.

—¿Quién está ahí? —gritó Anne, pero no recibió respuesta.

De repente, una figura apareció en la oscuridad, una joven con el rostro pálido y ojos vacíos. Anne retrocedió, pero la figura avanzó hacia ella.

—Ayúdame… —susurró la figura—. No puedo descansar.

Anne sintió una mezcla de miedo y compasión. La figura se desvaneció, y los pasos cesaron. A la mañana siguiente, Anne decidió investigar más sobre la historia de la casa. Descubrió que la joven había sido asesinada por su padre y su espíritu no podía descansar.

—Tenemos que ayudarla a encontrar la paz —dijo Anne a Mark.

Decidieron realizar un ritual para liberar el espíritu de la joven. Esa noche, bajaron al sótano con velas y rezaron por el alma de la joven. De repente, un viento frío los envolvió y las velas se apagaron. Una voz susurrante llenó el aire.

—Gracias…

Los pasos cesaron, y la casa quedó en silencio. Anne y Mark sintieron una paz que no habían experimentado desde que se mudaron. Pero esa paz fue efímera.

Una semana después, los pasos volvieron, más fuertes y más insistentes que nunca. Anne y Mark no pudieron soportarlo más y decidieron mudarse. Dejaron la casa de la calle Maple, pero el recuerdo de los pasos en el sótano los perseguiría para siempre.

Al final, la casa quedó deshabitada una vez más, esperando a su próxima víctima. Los pasos en el sótano nunca cesaron, y el espíritu de la joven seguía buscando paz en la oscuridad. Los Thompson nunca encontraron la tranquilidad que buscaban, y siempre se preguntaron si alguna vez podrían escapar del terror que esa casa les había dejado.

Los pasos en el sótano eran más que un simple ruido; eran un recordatorio constante de que algunos lugares nunca dejan de ser oscuros, sin importar cuánto intentes iluminarlos.

Puntúa este cuento
Foto del avatar
Doctor Tenebroso

Santi es el Doctor Tenebroso, un narrador maestro del terror literario. Con una pluma afilada y una habilidad magistral para crear atmósferas inquietantes, sus cuentos exploran los rincones más oscuros de la mente humana. El doctor transporta a sus lectores a mundos donde lo sobrenatural se entrelaza con lo cotidiano, dejando una estela de suspense y horror que perdura mucho después de haber pasado la última página. Sus relatos desafían convenciones y llevan a los lectores a un viaje emocionante y aterrador hacia lo desconocido.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *