Había una vez una joven llamada Valeria, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de misterio y sombras. Desde pequeña, había escuchado historias sobre los vampiros que habitaban en las profundidades de los bosques cercanos, pero siempre las había considerado simples leyendas para asustar a los niños. Sin embargo, todo cambiaría cuando descubriera el oscuro secreto que su familia guardaba celosamente desde generaciones atrás.
Una noche, mientras buscaba documentos antiguos en el desván de la casa familiar, Valeria encontró una caja de madera tallada con extraños símbolos. Al abrirla, descubrió un pergamino amarillento que relataba un pacto hecho siglos atrás entre su antepasado y una sociedad de vampiros conocida como “Los Hijos de la Noche”. Intrigada, comenzó a leer el documento con atención, sin saber que estaba desencadenando una serie de eventos que cambiarían su vida para siempre.
Los Hijos de la Noche han protegido a nuestra familia durante generaciones, otorgándonos riqueza y poder a cambio de un tributo anual en forma de sangre. Valeria frunció el ceño al leer esas palabras, sin poder creer lo que estaba leyendo. ¿Su familia estaba involucrada con vampiros? ¿Qué tipo de tributo en sangre les estaban ofreciendo?
Decidida a descubrir la verdad, Valeria se adentró en el bosque en busca de respuestas. La luna llena iluminaba su camino mientras avanzaba entre los árboles, sintiendo una extraña sensación de que estaba siendo observada. De repente, una figura oscura se materializó frente a ella, con ojos rojos brillantes y colmillos afilados. Era un vampiro, uno de los Hijos de la Noche.
“¿Quién eres tú y qué haces aquí, humana?” -preguntó el vampiro con voz grave y amenazante.
Valeria tragó saliva, pero mantuvo la compostura. “Soy Valeria, descendiente de la familia que hizo un pacto con tu sociedad. Quiero saber la verdad detrás de ese acuerdo y qué significa para mí y mi familia”.
El vampiro la observó con detenimiento, como si estuviera evaluando si podía confiar en ella. Finalmente, asintió y la llevó a una cueva oculta en lo más profundo del bosque. Allí, Valeria descubrió un altar cubierto de velas y símbolos antiguos, donde el líder de los vampiros la esperaba.
“Has despertado un antiguo pacto que ha estado en vigencia durante siglos, Valeria. Tu familia se comprometió a proporcionarnos sangre a cambio de protección y poder. Y ahora es tu turno de cumplir con la tradición” -dijo el líder vampiro con una sonrisa siniestra.
Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Estaba destinada a convertirse en una especie de sacrificio para mantener el pacto con los vampiros? ¿Qué tipo de poder y protección les estaban ofreciendo a cambio de su sangre?
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, el líder vampiro extendió la mano hacia ella y murmuró unas palabras en una lengua antigua. De repente, Valeria sintió cómo su cuerpo se debilitaba y sus fuerzas la abandonaban. Estaba siendo vampirizada, convertida en una criatura de la noche para cumplir con el pacto de las sombras.
El proceso fue rápido y doloroso, pero cuando finalmente abrió los ojos, Valeria se encontraba rodeada de sus nuevos hermanos vampiros, listos para llevar a cabo su destino juntos. A medida que la luna llena brillaba en lo alto, Valeria se dio cuenta de que su vida ya no le pertenecía, que estaba condenada a vagar por la eternidad como parte de una oscura sociedad que había sellado su destino mucho antes de que ella naciera.
Y así, en medio de la oscuridad y el misterio, Valeria se adentró en un nuevo mundo de sombras y secretos, donde la sangre y el poder se entrelazaban en un pacto eterno con los Hijos de la Noche. Y aunque su corazón humano aún latía débilmente en su pecho, sabía que ya no había vuelta atrás, que su destino estaba sellado por la sangre y la oscuridad que ahora la rodeaba. Y en medio de la noche eterna, Valeria comprendió que había pagado un precio demasiado alto por descubrir la verdad detrás del pacto de las sombras.