El Pequeño Fantasma del Cajón de Juguetes

Había una vez, en un pequeño pueblo, un cajón de juguetes que estaba lleno de sorpresas. Los niños del vecindario jugaban allí todos los días, pero había un secreto que pocos conocían: dentro del cajón vivía un pequeño fantasma llamado Fifi. Fifi no era un fantasma común; era amistoso y solo quería hacer amigos.

Una noche, mientras la luna brillaba en el cielo, Fifi decidió que era el momento de salir y conocer a los niños. “¡Voy a asustarlos un poco! Así querrán ser mis amigos!” pensó emocionado. Con un suave susurro, se deslizó fuera del cajón y flotó hacia la habitación de los niños.

Cuando llegó, vio a un niño llamado Tomás jugando solo con sus bloques de construcción. Fifi se asomó detrás de una silla y dijo con voz temblorosa: “¡Boo!”

Tomás se giró rápidamente, sorprendido. “¿Quién está ahí?” preguntó con un poco de miedo.

Fifi, un poco asustado por la reacción de Tomás, salió de su escondite y dijo: “Soy Fifi, el pequeño fantasma del cajón de juguetes. No quiero asustarte, solo quiero ser tu amigo.”

Tomás lo miró con curiosidad. “¿Un fantasma que quiere ser amigo? Eso es raro. ¡Los fantasmas asustan!”

Fifi se puso triste. “Lo sé, pero yo no quiero asustar de verdad. Solo quiero jugar y divertirme.”

Tomás pensó por un momento. “Bueno, si no me asustas, tal vez puedas quedarte un rato. ¿Qué te gustaría hacer?”

“¡Jugar a construir torres con tus bloques!” exclamó Fifi emocionado.

Así que los dos empezaron a construir torres altas y coloridas. Fifi ayudaba a Tomás a colocar los bloques, y juntos hicieron la torre más alta que jamás habían visto. Pero de repente, un bloque se cayó y la torre se desmoronó.

“¡Oh no! ¡Todo se cayó!” lloró Tomás.

Fifi, tratando de animarlo, dijo: “No te preocupes, ¡podemos volver a construirla! ¡Es más divertido hacerlo juntos!”

Tomás sonrió. “Tienes razón, Fifi. Vamos a intentarlo de nuevo.”

Mientras trabajaban juntos, Fifi se dio cuenta de que no necesitaba asustar a los niños para hacer amigos. “¿Sabes? Creo que ser un fantasma amistoso es mucho mejor que asustar a las personas.”

Tomás asintió. “Sí, y tú eres un buen amigo, Fifi. A veces, las cosas no son como parecen.”

Fifi se sintió feliz. “¡Exactamente! ¿Te gustaría que te presentara a los otros niños del vecindario?”

Tomás se emocionó. “¡Sí! Pero, ¿no se asustarán de ti?”

Fifi pensó un momento y luego dijo: “Podemos decirles que soy un fantasma que solo quiere jugar. Si les explicamos, tal vez quieran ser amigos también.”

Así que, al día siguiente, Tomás y Fifi fueron a buscar a los otros niños. Cuando los encontraron, Tomás dijo: “¡Chicos, conozcan a Fifi! Es un fantasma, pero no se asusten. Solo quiere jugar con nosotros.”

Los niños miraron a Fifi con ojos grandes. “¿De verdad no quieres asustarnos?” preguntó una niña llamada Lucía.

“¡No, para nada!” respondió Fifi. “Solo quiero ser su amigo y jugar juntos.”

Los niños comenzaron a reírse y aplaudir. “¡Está bien, Fifi! ¡Juguemos juntos!” gritaron emocionados.

Desde ese día, Fifi se convirtió en el mejor amigo de todos los niños del vecindario. Jugaron juntos en el cajón de juguetes, construyendo torres, contando historias y riendo a carcajadas. Fifi aprendió que no necesitaba asustar a nadie para ser querido.

Y así, el pequeño fantasma del cajón de juguetes encontró su lugar en el corazón de los niños, demostrando que la amistad es más poderosa que cualquier miedo.

Puntúa este cuento
Foto del avatar
Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *