En una pequeña ciudad, perdida en medio de la nada, la leyenda del Payaso Errante era conocida por todos. Se decía que aparecía en las noches de luna llena, riendo de manera macabra y sembrando el terror a su paso. Nadie sabía de dónde venía ni cuál era su objetivo, pero todos temían su presencia.
La llegada del circo
Una noche, un circo ambulante llegó a la ciudad. Los lugareños se mostraron entusiasmados por la llegada de los payasos y los malabaristas, pero algo en el ambiente les hizo sentir un escalofrío. La presencia del Payaso Errante se hacía cada vez más evidente a medida que se acercaba la noche de luna llena.
El primer avistamiento
Esa noche, durante la función del circo, una niña llamada Sofía se separó del grupo y se adentró en un callejón oscuro. Allí, escuchó una risa estridente que le heló la sangre. Al girar la cabeza, vio a lo lejos la figura de un payaso con la piel blanca como la nieve y los ojos oscuros como la noche.
-¿Quién eres? -preguntó Sofía, con voz temblorosa.
El payaso se acercó lentamente, con una sonrisa siniestra en el rostro.
-Soy el Payaso Errante -respondió con voz grave y gutural-. Y estoy aquí para llevarte conmigo.
La trampa mortal
Sofía intentó huir, pero el payaso la atrapó con sus largos brazos y la arrastró hacia la oscuridad. La niña gritaba pidiendo ayuda, pero nadie parecía escucharla. El Payaso Errante la llevó a un lugar desconocido, donde reinaba la oscuridad y el miedo.
-¿Por qué me has traído aquí? -preguntó Sofía, con lágrimas en los ojos.
El payaso rió con malicia y dijo:
-Porque necesito tu risa para alimentarme. Y tú me la proporcionarás, quieras o no.
El escape
Mientras tanto, los padres de Sofía comenzaron a preocuparse al no encontrarla en el circo. Decidieron buscarla por toda la ciudad, sin imaginar el peligro que corría su hija. Finalmente, escucharon su voz resonando en la oscuridad y corrieron hacia el callejón donde se encontraba.
-¡Sofía, estamos aquí! -gritó su madre, con angustia en la voz.
El Payaso Errante se giró hacia ellos, con una mirada llena de odio y sed de venganza. Sofía aprovechó ese momento de distracción para liberarse y correr hacia sus padres, quienes la abrazaron con alivio.
La revelación
El Payaso Errante los observaba con furia, sabiendo que su presa se le había escapado. Antes de desaparecer en la oscuridad, dijo con voz amenazante:
-No escaparán de mí la próxima vez. Mi risa resonará en sus pesadillas para siempre.
Desde entonces, la risa del Payaso Errante se escuchaba en las noches de luna llena, recordándoles a todos que el mal acechaba en las sombras. Y aunque Sofía y sus padres lograron escapar esa vez, sabían que el peligro seguía acechando en cada rincón oscuro de la ciudad. ¿Podrían escapar de la risa del Payaso Errante para siempre, o caerían en su trampa mortal una vez más? Solo el tiempo lo diría.