Era un hermoso día en la jungla. El sol brillaba, las flores florecían y los dinosaurios jugaban felices. Entre ellos, había un pequeño triceratops llamado Tico. Tico era muy travieso y siempre quería explorar más allá de su hogar.
Un día, mientras su mamá estaba distraída, Tico decidió que era hora de una gran aventura. “¡Voy a ver qué hay más allá de la jungla!”, pensó emocionado. Así que, sin pensarlo dos veces, salió corriendo.
Mientras corría, Tico se encontró con su amigo, el velociraptor llamado Ricky. “¡Hola, Tico! ¿A dónde vas tan rápido?”, preguntó Ricky, con curiosidad.
“¡Voy a explorar! ¡Voy a descubrir cosas nuevas!”, respondió Tico, saltando de alegría.
“¡Espera! No deberías ir solo. La jungla puede ser peligrosa”, le advirtió Ricky, mirando a su alrededor.
“¡No te preocupes! Seré cuidadoso”, dijo Tico, mientras se alejaba.
Tico siguió su camino, disfrutando de la belleza de la jungla. Vio árboles gigantes, flores de colores brillantes y hasta un lago reluciente. Pero, de repente, se dio cuenta de que había perdido su camino. “Oh no, ¿dónde estoy?”, murmuró, mirando a su alrededor.
Mientras intentaba encontrar el camino de regreso, Tico se topó con un grupo de dinosaurios que estaban jugando. “¡Hola, Tico! ¡Ven a jugar con nosotros!”, gritaron. Tico, emocionado, se unió a ellos.
“¡Vamos a correr y a saltar!”, dijo uno de los dinosaurios. Todos comenzaron a correr, haciendo mucho ruido. Pero, sin querer, Tico empujó a un pequeño estegosaurio llamado Susi, quien cayó al suelo.
“¡Ay! ¡Ten cuidado, Tico!”, exclamó Susi, un poco asustada.
“Lo siento, Susi. No quería hacerte daño”, dijo Tico, sintiéndose mal.
Después de jugar un rato más, Tico decidió que era hora de seguir explorando. Pero, al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que todos sus nuevos amigos se habían ido. “¿Dónde están todos?”, se preguntó, sintiendo un pequeño nudo en su pancita.
Tico empezó a caminar, pero la jungla ahora le parecía muy grande y oscura. “¡Ay, qué miedo!”, tembló. “Extraño a mi mamá y a mi casa”.
De repente, escuchó un rugido. “¿Quién es?”, preguntó con voz temblorosa. Era un gran tiranosaurio, que lo miraba con curiosidad. “¿Qué haces aquí, pequeño?”.
“Estoy perdido y extraño a mi familia”, respondió Tico, con lágrimas en los ojos.
“¡No te preocupes! Te ayudaré a encontrar el camino de regreso”, dijo el tiranosaurio, sonriendo.
Juntos, caminaron por la jungla. Tico se sintió más seguro con su nuevo amigo. “Gracias, señor Tiranosaurio. Eres muy amable”, dijo Tico.
Finalmente, después de un rato, llegaron a la casa de Tico. “¡Mira, ahí está mi hogar!”, gritó con alegría.
“¡Adiós, pequeño! Recuerda, siempre es mejor explorar con amigos”, dijo el tiranosaurio mientras se alejaba.
Tico corrió hacia su casa y abrazó a su mamá. “¡Mamá, estoy de vuelta! Prometo no volver a salir solo”.
Desde ese día, Tico aprendió que la aventura es divertida, pero la familia siempre es lo más importante.