Era una noche mágica en la granja de Don Ramón. Las estrellas brillaban en el cielo como pequeños diamantes, y la luna sonreía con su luz plateada. En ese lugar vivía un toro llamado Tino, que era muy curioso y siempre estaba dispuesto a explorar.
Una noche, mientras paseaba por el campo, Tino notó algo extraño. “¿Qué es eso que brilla en el horizonte?” se preguntó, moviendo su gran cabeza de un lado a otro. Decidido a descubrirlo, comenzó a caminar hacia la luz.
Cuando llegó al lugar, se quedó boquiabierto. Allí, frente a él, había un arcoíris que brillaba intensamente en la oscuridad. “¡Wow! Nunca había visto un arcoíris de noche”, exclamó Tino, sus ojos llenos de asombro.
De repente, escuchó una risa suave. “¡Hola, Tino!” dijo una pequeña luciérnaga que danzaba alrededor del arcoíris. “Soy Luzia, y este es el arcoíris nocturno. ¿Te gustaría saber cómo se formó?”
“¡Sí, por favor!” respondió Tino emocionado. “Siempre he visto arcoíris durante el día, pero nunca en la noche.”
Luzia se posó en una hoja cercana y comenzó a contarle. “Este arcoíris es muy especial. Se forma cuando las estrellas brillan con mucha fuerza y la luna envía su luz mágica. A veces, los sueños de los animales también ayudan a darle color.”
Tino, con su gran corazón, se sintió inspirado. “¿Puedo ayudar a que brille más? Quiero que todos en la granja lo vean.”
“¡Claro que sí!” dijo Luzia. “Si cada uno de tus amigos comparte un sueño bonito, el arcoíris brillará aún más.”
Tino, lleno de entusiasmo, decidió correr de vuelta a la granja. “¡Voy a contarles a todos!” gritó mientras saltaba alegremente.
Primero, se encontró con Pepa, la oveja. “¡Pepa! ¡Pepa! ¡Ven rápido! Hay un arcoíris nocturno brillante y necesitamos tus sueños para que brille más.”
Pepa, que estaba comiendo hierba, levantó la cabeza. “¿Un arcoíris de noche? ¡Eso suena increíble! Mi sueño es que un día podamos volar como los pájaros.”
“¡Perfecto! Tu sueño será parte del arcoíris,” dijo Tino, mientras continuaba su camino.
Luego, se encontró con Paco, el gallo. “Paco, ¡escucha! Hay un arcoíris en el cielo y necesitamos que compartas tu sueño.”
Paco, que estaba a punto de cantar, se detuvo. “¡Oh! Mi sueño es que todos los animales de la granja puedan cantar juntos por la mañana.”
“¡Eso es maravilloso! Tu sueño también será parte del arcoíris,” respondió Tino, sintiéndose más emocionado.
Finalmente, Tino llegó a la charca donde vivía Rita, la rana. “¡Rita! ¡Rápido! ¡Hay un arcoíris nocturno y necesitamos tus sueños!”
Rita, que estaba saltando de una hoja a otra, se detuvo y sonrió. “Mi sueño es que un día podamos tener un gran baile bajo la luna llena.”
“¡Genial! Tu sueño también será parte del arcoíris,” dijo Tino, sintiéndose feliz por haber reunido tantos sueños.
Con todos los sueños reunidos, Tino y sus amigos regresaron al lugar del arcoíris. “¡Mira, Luzia! Aquí están los sueños de todos,” dijo Tino, emocionado.
Luzia sonrió y comenzó a danzar alrededor del arcoíris. “Ahora, todos juntos, cierren los ojos y piensen en sus sueños.”
Tino, Pepa, Paco y Rita se pusieron en círculo, cerraron los ojos y comenzaron a imaginar. “¡Queremos que nuestro arcoíris brille!” dijeron al unísono.
De repente, el arcoíris comenzó a brillar con una luz aún más intensa. Los colores se mezclaban y danzaban en el aire, creando un espectáculo deslumbrante. “¡Miren! ¡Está funcionando!” gritó Tino, saltando de alegría.
Luzia aplaudió con sus pequeñas alas. “¡Lo lograron! Sus sueños han hecho que el arcoíris nocturno sea más brillante que nunca.”
Tino miró a sus amigos y sintió una gran felicidad en su corazón. “Nunca pensé que los sueños pudieran ser tan poderosos. ¡Es hermoso!”
“Sí, Tino,” dijo Pepa con una sonrisa. “A veces, lo inesperado puede ser lo más bonito.”
Paco, con su voz melodiosa, agregó: “Y compartir nuestros sueños nos hace más fuertes.”
Rita, con un salto elegante, concluyó: “¡Y juntos podemos hacer cosas maravillosas!”
Esa noche, el arcoíris brilló en el cielo mientras los amigos se sentaron a su alrededor, contando historias y riendo. Tino se dio cuenta de que había aprendido a apreciar la belleza de lo inesperado. A veces, la magia no está solo en lo que vemos, sino en lo que compartimos con nuestros amigos.
Y así, en la granja de Don Ramón, el arcoíris nocturno se convirtió en un símbolo de amistad y sueños compartidos, recordando a todos que lo inesperado puede ser verdaderamente hermoso.