La vaca y el arcoíris en el campo

Era un hermoso día en el campo. El sol brillaba en el cielo y las flores bailaban al ritmo del viento. En una granja, vivía una vaca muy traviesa llamada Lola. Lola tenía un pelaje blanco con manchas negras y siempre estaba buscando aventuras.

Un día, mientras pastaba cerca del arroyo, vio algo mágico en el cielo. Era un arcoíris brillante que se extendía de un lado a otro. Lola, llena de curiosidad, decidió que quería ver de cerca ese arcoíris.

—¡Mira, amigos! —gritó Lola a sus compañeras vacas—. ¡Voy a seguir el arcoíris!

Las otras vacas la miraron con sorpresa.

—¿Pero cómo lo vas a alcanzar, Lola? —preguntó Margarita, la vaca más sabia del grupo—. Los arcoíris son solo luces en el cielo.

—¡No importa! —respondió Lola emocionada—. ¡Voy a intentarlo! Quizás encuentre un tesoro al final.

Y así, Lola comenzó a correr. Saltaba y brincaba entre las flores, sintiendo la frescura del campo en su piel.

—¡Voy, arcoíris! —gritó mientras corría—. ¡No te escaparás de mí!

Mientras corría, se encontró con Pedro, el pato, que estaba nadando en el estanque.

—¿A dónde vas, Lola? —preguntó Pedro, sacudiendo sus plumas.

—¡Voy a alcanzar el arcoíris! —respondió Lola con entusiasmo—. ¿Quieres venir conmigo?

Pedro pensó un momento y dijo:

—¡Claro! Pero, ¿y si no hay nada al final?

—¡Eso no importa! —dijo Lola—. Lo importante es la aventura.

Así que Pedro se unió a Lola en su búsqueda. Juntos, siguieron corriendo y corriendo. Pasaron por campos de flores, montañas y árboles altos. Cada vez que miraban hacia arriba, el arcoíris parecía acercarse un poco más.

—¡Mira, Lola! —gritó Pedro—. ¡El arcoíris se ve más brillante!

—¡Sí! —respondió Lola—. ¡Vamos, no nos detengamos!

De repente, se encontraron con Tina, la tortuga, que caminaba lentamente por el camino.

—¿A dónde van tan rápido? —preguntó Tina con su voz suave.

—¡Estamos siguiendo el arcoíris! —dijo Lola—. ¿Quieres venir con nosotros?

Tina sonrió y dijo:

—Me encantaría, pero soy un poco lenta.

—No te preocupes, Tina —dijo Pedro—. ¡Puedes venir a tu propio ritmo!

Así, los tres amigos continuaron su aventura. A medida que se acercaban al arcoíris, comenzaron a notar algo especial. El aire olía a flores frescas y el canto de los pájaros sonaba más alegre.

Finalmente, llegaron a un claro en el bosque. Allí, el arcoíris parecía tocar la tierra.

—¡Lo logramos! —gritó Lola—. ¡Estamos al final del arcoíris!

Pero, cuando miraron a su alrededor, no encontraron oro ni joyas. En su lugar, vieron un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores.

—¡Mira qué bonito! —dijo Tina, maravillada—. Este es el verdadero tesoro.

—Sí, es hermoso —dijo Pedro—. ¡Nunca había visto tantas flores!

Lola se dio cuenta de que el arcoíris no les había llevado a un tesoro material, sino a algo mucho más valioso: la belleza de la naturaleza.

—Gracias, amigos —dijo Lola—. Me alegra haber compartido esta aventura con ustedes.

Y así, los tres amigos comenzaron a explorar el jardín. Jugaron entre las flores, hicieron coronas de pétalos y se rieron juntos.

—Este es el mejor día de todos —dijo Lola, mientras miraba el arcoíris que aún brillaba en el cielo.

—Sí, y lo mejor es que lo vivimos juntos —respondió Pedro.

Desde ese día, Lola aprendió a valorar no solo las aventuras, sino también la belleza que la rodeaba. Cada vez que veía un arcoíris, sonreía, sabiendo que el verdadero tesoro estaba en el amor y la amistad que compartía con sus amigos en el campo.

Y así, la vaca, el pato y la tortuga vivieron felices, disfrutando de cada rincón del hermoso mundo que los rodeaba.

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Cuentomanía

Don Cuento es un escritor caracterizado por su humor absurdo y satírico, su narrativa ágil y desenfadada, y su uso creativo del lenguaje y la ironía para comentar sobre la sociedad contemporánea. Utiliza un tono ligero y sarcástico para abordar los temas y usas diálogos rápidos y situaciones extravagantes para crear un ambiente de comedia y surrealismo a lo largo de sus historias.

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